La práctica del lavado de manos con jabón encabeza la agenda
internacional de higiene el 15 de octubre, con la celebración del Día
Mundial del Lavado de Manos. Desde sus inicios en el 2008, año que fue
designado el Año Internacional del Saneamiento por la Asamblea General
de las Naciones Unidas, el Día Mundial del Lavado de Manos ha estado
reforzando el llamado de extender mejores prácticas de higiene en todo
el mundo.
Aun cuando creemos que nuestras manos se encuentran limpias, éstas pueden alojar un gran número de virus y bacterias.
La
forma más frecuente de efectuar este lavado consiste en aplicar agua y
jabón: primero se mojan las manos con el agua, después se enjabonan y se
frotan durante varios segundos, limpiando la palma, el dorso, los
dedos, los espacios interdigitales y las muñecas. Finalmente hay que
enjuagar las manos y secarlas.
Un poco de historia
Quien
primero se dio cuenta de su importancia fue un médico de Budapest
(Hungría), Ignác Fülöp Semmelweis (1818-1865), cuarto hijo de un
comerciante, cuando aún no había cumplido los 35 años.
En
1840 en el mundo nada se sabía de bacterias, se descubrirán treinta
años después, pero Semmelweis ha dado con el secreto de su transmisión
por las manos e instrumentos médicos y cirujanos, secreto que tres
decenios después se convertiría en la base de la asepsia.
Los
médicos sabían que algo pasaba con las enfermedades contagiosas pero,
antes del desarrollo de la microbiología, no encontraban cómo
explicarlo.
La pura observación bastó para el
descubrimiento de Semmelweis. En la década de 1840 trabajaba en el
Hospicio General de Viena. Allí, para su horror, descubrió que las
mujeres ingresadas que daban a luz tenían muchas más fiebres puerperales
(es decir infecciones relacionadas con el parto) que las que alumbraban
en sus casas. Lo vio y una de sus aportaciones lo midió: una mortalidad
del 30% en el hospital y del 15% en los partos domiciliarios.
Semmelweis
desarrolló una teoría: aquellas mujeres que recibían más visitas de
médicos y estudiantes, muchos de ellos recién salidos del quirófano de
tratar a otros enfermos o de la sala de disección, enfermaban y morían
más. Y se le ocurrió medir qué pasaba si sus compañeros se lavaban las
manos al entrar en la sala. Un recipiente con agua y un jabón fueron
suficientes: al obligar al personal a lavarse las manos, las infecciones
se redujeron a menos del 10% de las ingresadas. Él intuyó que habría
corpúsculos de “suciedad” que podrían transmitir la enfermedad.
Semmelweis
fue muy resistido. El cuerpo médico lo combatió mucho. Terminó en un
hospital psiquiátrico. Incluso para comprobar una teoría se inyecta un
residuo de una necropsia y fallece con una infección generalizada.
Veinte años después se adoptaban las medidas propuestas por él.
El
reconocimiento le llegó tarde. En 1952, Louis-Ferdinand Cèline publicó
una obrita, Semmelweis, en la que, en tono épico, lamentaba el final del
médico. El prólogo define su legado: “Señaló a la primera los medios
profilácticos que deben adoptarse contra la infección puerperal, con una
precisión tal que la moderna antisepsia nada tuvo que añadir a las
reglas que él había prescrito”.Consideraciones
El
lavado de manos con jabón puede evitar enfermedades que matan a
millones de niños cada año. El lavado de manos con jabón es una de las
maneras más efectivas de prevenir enfermedades diarreicas y la neumonía,
que juntas son responsables de la mayoría de muertes infantiles. Cada
año, más de 3,5 millones de niños no llegan a celebrar su quinto
cumpleaños debido a la diarrea y a la neumonía. También es útil para
prevenir otras diversas enfermedades, de la piel de los ojos, entre
otras.
El lavado de manos con jabón
es la intervención de salud de mejor relación costo efectividad. La
promoción del lavado de manos es más eficaz y costo-efectiva, en
comparación con el financiamiento que requieren otras intervenciones de
salud. Una inversión en el lavado de manos trae los mismos beneficios
que una inversión de miles de dólares en inmunización.
La
inversión en la promoción del lavado de manos con jabón también puede
maximizar los beneficios a la salud de las inversiones en
infraestructura de abastecimiento de agua y saneamiento y reducir los
riesgos a la salud cuando las familias no tienen acceso a servicios de
saneamiento básico ni de abastecimiento de agua.
Es
preciso recordar que lavarse las manos solamente con agua, una práctica
común alrededor del mundo, es significativamente menos efectivo que
lavarse con jabón.
El lavado de manos apropiado requiere jabón y sólo
una pequeña cantidad de agua. Usar jabón facilita la frotación, lo que
permite disolver la grasa y eliminar la suciedad que contienen la
mayoría de los gérmenes, además deja un agradable olor en las manos.
Hay momentos a tener en cuenta. Esos
momentos para el lavado de manos con jabón son después de usar el baño o
de limpiar a un niño y antes de manipular alimentos.
La
activa participación de los niños situados idealmente en la
intersección formada por el hogar, la escuela, y la comunidad, junto con
intervenciones culturalmente sensibles basadas en la comunidad, buscan
asegurar el cambio sostenido de conducta. La finalidad del Día Mundial
del Lavado de Manos es motivar a los niños para que hagan suyas y
compartan las prácticas apropiadas del lavado de manos y hacerlos
“embajadores del lavado de manos” en cada una de las iniciativas del
país en el nivel nacional y local.
El
lavado de manos es de vital importancia en la salud pública. A fines
del siglo XIX, las nuevas conductas de higiene y los servicios
sanitarios redujeron de forma drástica las muertes por enfermedades
infecciosas en los países ricos. Junto con el aislamiento y la
disposición segura de excretas, así como el suministro de cantidades
suficientes de agua limpia, el lavado de manos con jabón es una de las
maneras más efectivas de prevenir enfermedades que impactan en la Salud
Publica.
La deuda principal persiste en los países en vías de desarrollo.
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