Si bien es polémica la
afirmación, los ansiolíticos no producen cura de los trastornos de ansiedad.
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El uso de los ansiolíticos
se fue banalizando. Se utiliza “en defensa propia”, como un refugio frente a
las amenazas de la vida cotidiana. Pero hay que saber que este médicamente
tiene su eficacia pero no significa la solución total del problema.
Según la última encuesta
del Observatorio Nacional de Drogas, más de tres millones de argentinos
consumen pastillas para tranquilizarse. El 40% lo hace según su propio
criterio. Se trata de uno de los medicamentos más automedicados en nuestro
país. Son de diferentes marcas. Las drogas (genéricos) más conocidas son el
bromazepam, clonazepam, diazepam, entre otras.
Es una práctica que, con o
sin recomendación médica, creció más de un 40% en los últimos diez años. En
Argentina, el consumo de ansiolíticos creció el 5% en 2013.
La epidemia silenciosa de
pastillas para “combatir la ansiedad y el estrés” se advierte en la
facturación: los medicamentos del sistema nervioso superan a los del aparato
digestivo o de las enfermedades cardiovasculares.
El uso del medicamento se
fue banalizando. Se utiliza “en defensa propia”, como un refugio frente a las
amenazas de la vida cotidiana. Es como que socialmente las pastillas fueron
aceptadas.
Cualquier persona admite
que las toma para poder dormir, buscar un poco de calma, para superar el estrés
de una pérdida, por la presión que le generan sus hijos, la autoexigencia
personal o la incertidumbre laboral, para “bancar” la depresión o bajar la
ansiedad o para no estar triste. Motivos hay miles. Cada uno va respondiendo a
los peligros emocionales de cada día con su propia droga.
Por lo general, el
medicamento que fue recetado alguna vez por un tiempo breve, queda bajo
gobierno del paciente, que vuelve a recurrir a la caja de pastillas para
intentar restablecer el equilibrio emocional, aunque fuese en forma momentánea.
Es un hábito, un antídoto contra la ansiedad. Poca gente se permite tiempo para
vivenciar la tristeza, en parte porque la propia sociedad demanda “no estar
triste”. Hay menos tolerancia a los quiebres emocionales, más apuro por
resolver situaciones de malestar. La vida es más acelerada.
Especialistas coinciden que
la ansiedad es el mal de época. La ansiedad es una reacción emocional ante la
percepción de una amenaza o peligro. La gente siente que carece de recursos
para enfrentarlos.
¿La ansiedad siempre es una
respuesta normal? Cuando es desmedida o innecesaria respecto de la situación y
afecta la vida de quien la padece, se transforma en algo patológico.
Un ansiolítico o
tranquilizante menor es un fármaco con acción depresora del sistema nervioso
central, destinado a disminuir o eliminar los síntomas de la ansiedad. Fármaco
ansiolítico ideal es aquel que alivia o suprime el síntoma de ansiedad, sin
producir sedación o sueño.
El tratamiento de la
ansiedad y del insomnio debe ser limitado en el tiempo si es posible, ya que se
puede producir tolerancia y dependencia; además, la retirada del fármaco puede
hacer que vuelva a aparecer el insomnio y la ansiedad.
Si bien es polémica la
afirmación los ansiolíticos no producen cura de los trastornos de ansiedad.
Abordan el síntoma de una
manera temporal, mientras duren los
efectos del fármaco. Los ansiolíticos en ningún caso van a hacer que ante
determinadas situaciones deje de tener ansiedad, o que se padezca ansiedad en momentos que no debería.
Hay que saber que los
ansiolíticos tienen su eficacia pero no significan la solución total del
problema. Hay una indicación aceptada y es cuando los ansiolíticos se usan a
dosis reducidas para que la persona aprenda a manejar mejor sus síntomas
ansiosos.
De esa manera se evitan los
niveles de ansiedad elevados y la persona puede manejar mejor la situación que
lo afecta. Se pretende que una vez que
se tienen las armas para manejar la ansiedad se deben retirar los ansiolíticos.
El otro problema no menos
importante es que en ocasiones acaban
cronificando la ansiedad.
Es por ello que se debe hacer un uso muy controlado
tanto por el psiquiatra como por el psicólogo que son los aptos para el tratamiento de los trastornos de ansiedad.
La ansiedad es una respuesta fisiológica de nuestro organismo que siempre
tendremos, como la respuesta de tengo hambre o sueño, por lo que no se puede
eliminar, aunque sí controlar.
El problema de la ansiedad
es que se alimenta de nuestros miedos y pensamientos y si al mínimo síntoma de
ansiedad tengo que recurrir a una pastilla lo que estoy haciendo es
sensibilizarme a los síntomas de la ansiedad. Por lo que cada vez tolero menos
la ansiedad, no puedo sentir ni un poquito de ansiedad, de lo contrario me
alarmo y se me dispara la ansiedad.
Lo aconsejable es tomar por
periodos que pueden ser más o menos variables buscando “aprender” mecanismos
para controlar la ansiedad. No es recomendable estar más de ocho semanas
tomándolos ya que como hemos comentado tienen un fuerte componente adictivo, y
si prolongamos su toma deberemos aumentar la dosis para obtener el mismo efecto
y por eso es tan importante la supervisión de un especialista, para que tomemos
el fármaco mientras estamos realizando un tratamiento psicológico y así luego
lo podamos dejar.
Hay investigaciones que
revelan que de la población que tomó ansiolíticos el 38% tiene dificultades
para dormir tras dejar de tomarlos y a un 37% les aumenta la ansiedad.
La dependencia que se crea
es tanto a nivel físico como sicológico. Tras el abandono de la medicación es
frecuente poder sentir a nivel físico: mareos, vértigos, temblores, y a nivel psicológico un aumento temporal de
la ansiedad, irritabilidad, insomnio.
No son menos importantes
los efectos secundarios de los ansiolíticos: son comunes los problemas de memoria, generación de sueño, enlentecimiento motor y
cognitivo, en raras ocasiones disminución de la líbido o impotencia, y en otros
casos aumento de peso. Sin embargo, el
efecto secundario más peligroso es el potencial adictivo del fármaco, ya que
se adquiere una elevada tolerancia y cada
vez se necesita una mayor dosis del
ansiolítico para notar los efectos de éste.
Por lo que queda claro que
el dejar este tipo de medicación ha de hacerse bajo una correcta supervisión y
nuevamente nos vuelve a plantear la idoneidad de su uso, ya que comporta tener
muchos elementos bien claros y controlados.
Mucho cuidado entonces con
estos medicamentos, no son tan inocuos como parecen.
Dr. Eduardo Tassano
Máster en Gerenciamiento en
sistemas y servicios de
salud
Especial para época