OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

jueves, 7 de enero de 2016

La contaminación interior

 
 
 
El medio ambiente ha sido siempre, en la historia de la especie humana, un importante determinante de la salud. Pero en los últimos 50 años la ola de consumismo y crecimiento acelerado han disparado los riesgos ambientales que afectan y afectarán cada vez más a la salud, tanto de las poblaciones actuales como futuras.


En los países más pobres económicamente se observan cifras alarmantes: existen más de 3.000 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con fuegos abiertos y cocinas en las que queman biomasa (madera, excrementos de animales o residuos agrícolas) y carbón.
Cada año, más de 4 millones de personas mueren prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire de los hogares como consecuencia del uso de combustibles sólidos para cocinar.


Cuando hablamos de contaminación ambiental nos referimos principalmente a los  factores ambientales que incluyen, tanto al ambiente físico como social. El ambiente físico incluye el macro y el microambiente. El macroambiente incluye el agua, los alimentos, la contaminación del aire, entre otros. El microambiente incluye el barrio, la casa, el trabajo. Los factores sociales se refieren a la pobreza, grado de desarrollo, nivel cultural, entre otros.

Ese daño ambiental se produce por la contaminación. La contaminación de la naturaleza, en general, termina siendo dañina para los seres vivos, es decir que los productos químicos derivados de la contaminación terminan dañando a los humanos. Ese daño genera un impacto todavía impredecible en la Salud Pública mundial.

Las diferentes formas de contaminación generan productos químicos en el ambiente que pueden llegar al ser humano. Estos productos químicos dañinos pueden permanecer largo tiempo en el ambiente y toman el nombre genérico de Compuestos Tóxicos Persistentes (CTP). Estos productos podrían explicar  una parte relevante de las cifras de las enfermedades más frecuentes.

Esos compuestos tóxicos pueden interferir o dañar los mecanismos de funcionamiento habitual de las células o como decíamos modificar los genes y así modificar los funcionamientos celulares. O dañarlos con la pérdida habitual para la función con que fue asignada.

Hay estudios que sostienen que cualquier ser humano tiene en su sangre aproximadamente 300 productos químicos que no tenían nuestros abuelos. Nos referimos a productos  modernos y actuales que nos rodean en la vida diaria.

La contaminación y la salud

La contaminación representa una epidemia invisible para la salud.
Se calcula que hoy en la industria actual en general son utilizadas unas 100.000 sustancias químicas y entre ellas unas 4.000 y 8.000 están bajo sospecha de toxicidad. El medio ambiente exterior y el medio interior de los hogares y puestos de trabajo están cada vez contaminados por más sustancias.

Estos tóxicos ambientales llegan al ser humano a través del aire que respiramos, del agua que bebemos y los alimentos que comemos. 


La contaminación ambiental exterior se da más en los centros urbanos y en los países industrializados. Pero en los países más pobres no deja de ser importante la contaminación de los hogares, ya que las comunidades más vulnerables y pobres que utilizan las energías que más contaminan, como el carbón, el estiércol y la leña, para cocinar o calentarse dentro de sus hogares.

Exposición en los hogares

En este tipo de contaminación tenemos exposición de los hogares tanto en el mundo desarrollado como en países en vías de desarrollo.

“La contaminación interior de las viviendas” implica un tipo de contaminación que está creciendo en el mundo desarrollado: volátiles que se desprenden de plásticos, pinturas y barnices, diversos materiales de construcción o aparatos del hogar, productos de desinfección, insecticidas, de limpieza, cosméticos, ambientadores, plásticos de envoltorios, etc. Muchos de estos productos se comportan como  Compuestos Orgánicos Persistentes.

En los países más pobres económicamente se observan cifras alarmantes: existen más de 3.000 millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con fuegos abiertos y cocinas en las que queman biomasa (madera, excrementos de animales o residuos agrícolas) y carbón.
Cada año, más de 4 millones de personas mueren prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire de los hogares como consecuencia del uso de combustibles sólidos para cocinar.

La gran enfermedad que se favorece en estos casos es la neumonía en menores de 5 años. También se ven favorecidas las enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer, principalmente el de pulmón.

Estos combustibles y tecnologías ineficientes para cocinar producen elevados niveles de contaminación del aire de interiores dado que liberan elementos nocivos para la salud, tales como pequeñas partículas de hollín que penetran profundamente en los pulmones. En viviendas mal ventiladas el humo puede producir concentraciones de pequeñas partículas 100 veces superiores a las aceptables. La exposición afecta particularmente a las mujeres y los niños que pasan la mayor parte del tiempo cerca del hogar.

El hollín (partículas de hollín) y el metano emitidos por la combustión en cocinas ineficientes son contaminantes que contribuyen considerablemente al cambio climático.
El hecho de que 1.200 millones de personas no tengan acceso a la electricidad (muchas utilizan queroseno para iluminación) genera otros riesgos para la salud, por ejemplo, quemaduras, traumatismos e intoxicaciones por ingestión de combustible, y restringe las oportunidades de acceso a la salud y el desarrollo para las que se requiere iluminación adecuada, por ejemplo los estudios o las actividades artesanales y comerciales a pequeña escala.

El otro actor que está cobrando importancia  y es parte de la contaminación interior de las viviendas son los campos electromagnéticos de baja frecuencia. En este grupo incluimos a la  telefonía móvil, computadoras, espacios wifi, pantallas de televisores, microondas, etc. tienen fuertes sospechas de riesgos de cáncer de cerebro y leucemias (sobre todo en niños) pero también otros cánceres (mama, testículos) y enfermedades neurológicas. La investigación está en marcha en este terreno.


Dentro de las estrategias del cuidado y la precaución de los temas ambientales, la contaminación interior tiene y tendrá una relevancia mayor si no se corrigen las causales. 


Eduardo Tassano
Máster en gerenciamiento en
Sistemas y servicios de salud

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