OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

jueves, 9 de enero de 2014

Accidentes de tránsito, una enfermedad creciente



El tránsito es un sistema que lo hacemos entre todos. En él interdependemos unos de otros. Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes de tránsito.
Más de 25  personas mueren por día; hay aproximadamente 10.000 víctimas fatales por año y unos 150 mil heridos de distintos grados y miles de discapacitados. Las pérdidas económicas ocasionadas por el tránsito caótico y los accidentes de tránsito superan fácilmente los US$10.000 millones anuales.
Pero no se trata de números, sino de vidas humanas. De hombres, mujeres, jóvenes y niños, que vieron truncadas sus vidas a causa de un accidente de tránsito.

Los accidentes de tránsito en Argentina son la primera causa de muerte en menores de 35 años, y la tercera sobre la totalidad de los compatriotas.

Las cifras de muertos son elevadísimas, comparadas con las de otros países, llegando a tener 8 o 10 veces más víctimas fatales que en la mayoría de los países desarrollados, en relación al número de vehículos circulantes.

Hablando de causas...
No corra: es común ver autos, camiones, colectivos y camionetas que circulan junto a iguales, por calles y rutas, con y sin baches, y no por pistas profesionales, circulando a altas velocidades.
En efecto, la velocidad es una de las causas principales de muerte por accidentes de tránsito. Muchos argentinos consideran que no van rápido a 120 Km/h, cuando a más de 90 Km/h un vehículo es cada vez menos gobernable, aumentando así el peligro de muerte de sus ocupantes. Tal vez, muchos estarían vivos de haberse percatado antes de este detalle. A mayor velocidad, mayor es la distancia que se necesita para detener el vehículo; más graves serán las consecuencias ante cualquier falla mecánica, el reventón de un neumático, una mala maniobra del conductor o cualquier imprevisto que se presente en el camino.
La noche, la lluvia y la niebla son causas fundamentales para que deba disminuirse, aún más, la velocidad.

Respete los semáforos: cuando estamos detenidos en un semáforo y se nos da la luz verde, nunca olvidarse de controlar que no venga alguien antes de arrancar. Uno de los mecanismos de choque más vistos es cuando el que se acerca a un semáforo en amarillo acelera para aprovechar las últimas décimas, y un vehículo en la otra calle arranca en el momento en que ve la verde.

Por el mismo mecanismo, cuando llegamos a un semáforo en verde y nos sorprende la amarilla o la roja, no acelerar. Nunca. Aún los que deciden pasar en rojo tienen menos posibilidades de chocar si lo hacen bajando la velocidad que si llegan acelerando.

No alcohol: si conduce, por favor no beba. Otra causa fundamental de mortalidad en accidentes de tránsito es atribuible a las bebidas alcohólicas. Los impedidos para manejar no sólo son los "borrachos": un sólo vaso de vino, cerveza o whisky, limita la capacidad de conducción, ya que produce una alteración de los reflejos para conducir.

Las bebidas alcohólicas hacen que las respuestas y las maniobras, ante cualquier eventualidad de la ruta, o la calle, sean torpes y lentas. Embota los sentidos disminuyendo la capacidad de atención normal; genera una falsa sensación de seguridad que predispone a excesos de velocidad y a todo tipo de violaciones a las normas de seguridad en el tránsito. Más del 50% de los fallecidos en accidentes tienen niveles de alcoholemia alta.

Trate de viajar de día: si viaja de noche se multiplican por tres las posibilidades de tener accidentes. El sueño es inevitable y, en el mejor de los casos, disminuyen  considerablemente los reflejos y la capacidad de reacción. Salvo que el chofer trabaje de noche, el ritmo biológico está alterado.
 Además, todo es peor si el chofer está cansado y ha bebido alcohol. Y a esto debemos sumarle la monotonía del paisaje, la menor visibilidad, sólo en blanco y negro; animales que se cruzan, autos sin luces reglamentarias, y los encandilamientos. 
Siempre utilice el cinturón de seguridad: es el mejor aliado de los que van en el vehículo. Con su uso generalizado, disminuiría en un 60 por ciento aproximadamente la muerte de los ocupantes de los vehículos accidentados. Inclusive en la ciudad, a poca velocidad, evita la muerte o lesiones graves.
Los niños atrás: siempre deben ir en los asientos traseros, ajustados con el cinturón de seguridad y en sus sillas especiales si son pequeños. No hay control en los asientos delanteros o en brazos del acompañante o peor aún del chofer.
Habrá que evitar, además, llevar objetos o juguetes pesados o punzantes que puedan dañar a cualquiera de los ocupantes en caso de accidente. Ante el impacto los pequeños objetos pueden salir lanzados como proyectiles sumamente peligrosos.
Revise periódicamente los frenos: el deterioro del sistema de frenos suele pasar desapercibido para el conductor, porque es un proceso gradual al que uno se acostumbra. 

Por eso es útil revisarlo periódicamente, aunque no existan problemas aparentes.
¿Qué pasa con los ciclistas? Sería ideal que tengan luces, elementos reflectantes, casco protector. Los dos primeros hacen que de noche sean vistos en la ruta o calle; la ausencia de los mismos puede ser causa de muerte. Muchos de ellos circulan por las calles de contramano con la excusa de que ellos ven mejor a los autos, sin tener en cuenta la dificultad de verlos a ellos, y así más de uno terminó arrollado por un vehículo. En los países desarrollados existen sendas para ciclistas. En Argentina muchas ciudades ya están incrementando el número de bicisendas.

Motociclistas y ciclomotoristas: constituyen un grupo de mayor riesgo aún, ocasionado por el exceso de velocidad, la falta de uso del casco protector (la mayoría de las veces se los lleva colgando del brazo), la falta de respeto a las señales de tránsito (semáforos, contramano) y las imprudencias. Y no hay que olvidarse que afecta, principalmente, a adolescentes y jóvenes.

Los más desprotegidos son los peatones: en Argentina no se les otorga prioridad de paso ni en esquinas ni sendas peatonales. Y ellos mismos son la causa de su propia muerte al no respetar las reglas básicas de tránsito como, por ejemplo, cruzar por las esquinas con la señal del semáforo a favor. Se trata de respetar y hacer respetar los propios derechos, sin olvidar que todos, en algún momento, se convierten en peatones. Por eso, aún en las esquinas y sendas sin semáforos, los peatones tienen prioridad de paso.

La infraestructura debe acompañar y el rol de las autoridades es fundamental:

es cierto que el Estado y las autoridades tienen, en todas estas muertes, gran responsabilidad pues muchas rutas y calles no están en buen estado, ni correctamente señalizadas.

Tenemos vigente una nueva ley de tránsito y seguridad vial, Ley 24.449, pero su vigencia es en gran parte teórica, y debe tener vigencia real en calles y rutas. Los controles son escasos y poco efectivos. La mayoría de la población no conoce ni los test de alcoholemia, ni controles de velocidad o uso de cinturones de seguridad o cascos.

También es cierto que el otorgamiento de las licencias para conducir no se hace con responsabilidad, ni con la suficiente preparación y que todavía no funcionan los controles generalizados sobre el estado de seguridad de los vehículos.

Otro tema pendiente es la falta de  Educación Vial en las escuelas argentinas. Para mí el elemento más importante a mediano y largo plazo.

No es un tema del municipio exclusivamente, la tarea es multidisciplinaria pero a partir de trabajar el tema como política de Estado coincidiendo todos los estamentos correspondientes, quizá ahí recién empecemos a ver la luz. Por ahora los accidentes de tránsito son una epidemia sin freno.
 
 (*) Autor: Eduardo Tassano
(*) Máster en Gerenciamiento en Servicios y Sistemas de Salud. Especial para época