La
buena salud empieza por la salud mental. Es importante este concepto porque a
veces se nos olvida y separamos una cosa de la otra, cuando en verdad, no
tenemos salud si no tenemos salud mental. La salud no es la ausencia de enfermedad, es el pleno estado
de bienestar físico, psíquico, social y espiritual. Todo esto con un
delicado equilibrio que permita al
individuo desempeñarse de manera socialmente activa y económicamente
productiva.
La
salud mental, no es sólo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un
estado de bienestar, en el cual el individuo es consciente de sus propias
capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar
de forma productiva y fructífera, como también ser capaz de hacer una contribución a la
comunidad. La
salud mental, se conceptualiza no sólo como un proceso o una variable de
resultado, sino también como una variable independiente, es decir, una
característica personal que influye en nuestro comportamiento. Afecta y puede
modificar la forma en cómo pensamos, sentimos y actuamos, cuando lidiamos con
la vida; también ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos
con otras personas y tomamos decisiones.
Sin
embargo, las precisiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
establecen que no existe una definición “oficial”, sobre lo que es salud mental
y que cualquier definición estará siempre influenciada por diferencias
culturales, suposiciones, disputas entre teorías profesionales, la forma en que
las personas relacionan su entorno con la realidad, etc.
La
observación del comportamiento de una persona, en su vida diaria, es el
principal modo de conocer el estado de su salud mental, en aspectos como el
manejo de sus temores y capacidades, sus competencias y responsabilidades, la
manutención de sus propias necesidades, la forma en que afronta sus propias
tensiones, sus relaciones interpersonales y la manera en que dirige una vida
independiente. Además el comportamiento, que tiene una persona frente a
situaciones difíciles y la superación de momentos traumáticos, permiten
establecer una tipología acerca de su nivel de salud mental.
La salud mental es importante en
todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia, hasta la edad adulta;
podemos afirmar entonces, que “la buena
salud mental no tiene edad”. Cuando cualquiera
de los elementos antes mencionados, se vean perturbados o disminuidos en sus
capacidades, pueden llevar al hombre a consecuencias no deseadas, como ser temores
irracionales intensos, desgano, preocupación, depresión, entre otros, ya sea
por los hábitos de vida a los que éste se incurre, o por su ausencia de consciencia,
la cual se suele enfocar básicamente en cuidar la salud física, por sobre la
salud mental.
Es común que nos preocupemos cuando tenemos una
dolencia física, y ahí sí, vamos al médico. Pero hay que recordar, que sin
salud mental es poco probable que tengamos salud física, ya que el ser humano es integral.
La
salud mental se puede afectar de muchas maneras. En general los desordenes
mentales pueden ser causados por causas biológicas, sicológicas o sociales.
·
Entre los biológicos, tenemos factores
genéticos o hereditarios, o por desequilibrios bioquímicos
cerebrales durante el embarazo: la mala nutrición, la exposición a tóxicos o
virus de diferentes tipos. Las
infecciones, enfermedades de transmisión sexual como sífilis o el sida; también
se pueden dar por enfermedades sistémicas y neurológicas, ejemplos de esto, son
las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.
Por otra parte, se puede
afirmar que también existen medicamentos
que pueden causar delirio, que a su vez, pueden evolucionar hacia la psicosis.
·
Entre los psicológicos: Situaciones de estrés, como traumas severos en
la niñez, abuso emocional, físico o sexual, o una pérdida importante muy
temprana (el fallecimiento de ser amado); también los sentimientos de baja
autoestima, ansiedad , ira, o soledad.
·
Entre los sociales: el desempleo, la falta de expectativas, El abuso de sustancias psicoactivas legales o
ilegales a largo plazo, como el alcohol, las anfetaminas, la cocaína, los
esteroides anabolizantes y la marihuana. En el ambiente
laboral, la exposición a ciertas
sustancias químicas, como el mercurio, el disulfuro de carbono, el tolueno, el
arsénico y el plomo que han producido psicosis en trabajadores manuales.
Estrategias e intervenciones a nivel de la
comunidad
La promoción de la salud mental, consiste en
acciones que creen entornos y condiciones de vida que la propicien y permitan a las personas adoptar y mantener
modos de vida saludables. Entre ellas, hay una serie de acciones, para aumentar
las posibilidades de que más personas tengan una mejor salud mental.
El clima de respeto y protección de los derechos
civiles, políticos, socioeconómicos y culturales básicos, es fundamental para
la promoción de la salud mental. Sin la seguridad y la libertad que
proporcionan estos derechos, resulta muy difícil mantener un buen nivel de
salud mental.
Las políticas nacionales de salud mental, no deben
ocuparse únicamente de los trastornos mentales, sino reconocer y abordar
cuestiones más amplias que fomentan la salud mental. Para ello, hay que
incorporar la promoción de la salud mental a las políticas y programas no solo
del sector de la salud, sino también de los sectores públicos y privados, en
aspectos como la educación, el trabajo, la justicia, el transporte, el medio
ambiente, la vivienda o la asistencia social.
La promoción de la salud mental, depende en gran
medida de estrategias intersectoriales. Entre otras formas concretas de
fomentar la salud mental, se pueden mencionar:
·
Las intervenciones en la infancia
precoz (por ejemplo, visitas a domicilio a las embarazadas, actividades
psicosociales preescolares, ayuda nutricional y psicosocial conjunta a las poblaciones
desfavorecidas).
·
El apoyo a los niños, por
ejemplo: programas de creación de capacidades y programas de desarrollo
infantil y juvenil, el “no al trabajo infantil”.
·
La emancipación socioeconómica de
la mujer, por ejemplo: mejora del acceso a la educación y concesión de
microcréditos.
·
El apoyo social a las poblaciones
geriátricas, por ejemplo: clubes de abuelos, centros comunitarios).
·
Los programas dirigidos a grupos
vulnerables y en particular a las minorías, como los pueblos indígenas, los
migrantes y las personas afectadas por conflictos o desastres, por ejemplo,
intervenciones psicosociales tras los desastres.
·
Las actividades de promoción de
la salud mental, en la escuela (evitar los episodios de violencia y fomentar el
respeto a los maestros).
·
Las intervenciones de salud
mental en el trabajo, por ejemplo, programas de prevención del estrés.
·
Las políticas de viviendas (tanto
nuevas, como mejoras de las viviendas antiguas).
·
Los programas de prevención de la
violencia, por ejemplo, iniciativas de colaboración ciudadana con la policía.
Los programas de desarrollo comunitario, por
ejemplo, iniciativas de colaboración ciudadana y de desarrollo rural integrado.Como ven, políticas
multisectoriales buscando la mejor calidad de vida de los ciudadanos, influyen
decisivamente en la salud mental de una población.