OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

viernes, 20 de diciembre de 2013

El mundo es de plástico








Tenemos que seguir bregando por un mejor ambiente que, sin duda alguna, nos permitirá tener un mundo más saludable. Pero hoy, muchas de nuestras acciones van en sentido contrario.


Si miramos a nuestro alrededor, difícilmente encontremos algún objeto material producido por el hombre que no contenga plásticos, es más probable que sea casi totalmente de plástico (con unos pocos miligramos de metales). Autos, aparatos electrónicos, envases, casas, ropa, el plástico se ha vuelto omnipresente por sus características: puede ser rígido o flexible, duradero, liviano, agradable al tacto, resistente a la corrosión, relativamente barato, excelente aislante eléctrico, extremadamente versátil y accesible a cualquier nivel de tecnología. Nuestra civilización, nuestro mundo, resultan inconcebibles sin el plástico.

Pero como suele suceder, este material extraordinario tiene una cara oscura. Cuando el plástico no se emplea adecuadamente, esas características positivas se convierten en un arma de doble filo: siendo muy resistente y de larga duración, su persistencia en el ambiente es muy elevada, aunque el plástico suele usarse para fabricar objetos que sean empleados por poco tiempo, y muchas veces directamente descartables.


Cuando observamos la basura, vemos diversidad de bolsas, envases y elementos de plástico desechables originando entre el 5 al 10% del total de los residuos domiciliarios, el 7% de su peso y el 20% del volumen. En números gruesos, cada argentino genera por día de 100 a 170 gramos de basura plástica (que va de bolsas de supermercado a envases, carcasas de aparatos, juguetes en desuso, entre otros), la que una vez liberada al medio ambiente tiene una vida promedio de 150 años, y en algunos casos, casi infinita. Algunos no son biodegradables ni fáciles de reciclar, y si se queman, son muy contaminantes. Y la gran mayoría no pueden asimilarse de nuevo en la naturaleza. Una opción es el reciclado, aprovechando plástico “viejo” y reconstruyendo otros elementos, aunque la diversidad de plásticos hace que no sea sencillo su reciclado.


¿Pero sabe Ud. qué es el plástico? Se trata de polímeros sintéticos, que son compuestos orgánicos fabricados a partir de hidrocarburos, mayormente del petróleo. Pero la estructura molecular de los polímeros de plástico es sumamente variable, lo que explica la variedad de plásticos que existen. La industria plástica es pues una parte de la petroquímica, aunque sólo un 5 al 7% de la cantidad total de petróleo que se extrae se destina a fabricar plásticos. Su componente principal es el carbono, por lo que el plástico es material de origen orgánico (a pesar de que como residuo se lo considere inorgánico).


Todas las formas de plástico son muy resistentes y pueden permanecer mucho tiempo en cualquier ecosistema, siendo extraño en todos ellos, e incapaz de integrárseles. Por eso, se lo suele encontrar regado como basura en los más diversos lugares, desde el desierto hasta los polos.


Ensucian el ambiente, afectan las especies vivientes, contaminan las aguas y el suelo, desprenden gases tóxicos si se los incinera (como el fluoruro de hidrógeno y el ácido clorhídrico), además de los demás contaminantes que se desprenden de las tintas y colorantes con que son tratados.
¿Qué sucede con los desechos plásticos más comunes? Las botellas de plástico son las más rebeldes a la hora de transformarse. Al aire libre pierden su tonicidad, se rajan y quiebran, se fragmentan y se dispersan. Enterradas, duran más. La duración puede ir entre 100 y mil años.


Otros aguantadores son los vasos descartables de polipropileno, que contaminan menos que los de poliestireno (el material de las cajas de huevos), pero también tardan más en transformarse. El plástico queda reducido a moléculas sintéticas invisibles pero siempre presentes durante cerca de 1.000 años. Los juguetes plásticos tales como muñecas, autitos y otros pueden ser degradados por la radiación ultravioleta del sol a moléculas pequeñas a lo largo de unos 300 años, pero sin desaparecer de la faz de la tierra. Las bolsas de plástico, por causa de su mínimo espesor, pueden transformarse más rápido que una botella de ese material en “apenas” 150 años. Las bolsitas están hechas de polietileno de baja densidad, contra el cual la naturaleza cuenta solamente con bacterias y algunos químicos presentes en el suelo, los que suelen ser insuficientes para degradarlos naturalmente.


Vemos esos residuos cubriendo casi cualquier paisaje de la Tierra, desde los polos a los desiertos, desde islas remotas hasta grandes ciudades. Y no solamente en tierra firme.


Hablando de botellas, supongamos que usted arroja una botella al mar con un mensaje. Si es de vidrio, flotará casi para siempre sin actuar sobre el medio ambiente, ya que si bien es frágil a los golpes, es extraordinariamente resistente a su degradación, y como el vidrio se compone básicamente de arena, no tendrá consecuencias ambientales.


Sin embargo, si usa una botella de plástico, descubrirá que tampoco se oxida ni se descompone con el tiempo: simplemente pasa por un proceso llamado fotodegradación en el que es reducida a partículas invisibles en alrededor de mil años. Pero en realidad ese plástico diminuto nunca deja de existir. Ningún organismo cuenta con las enzimas o los medios para transformar el plástico en otro tipo de material que pueda ser reintegrado a los ciclos de la naturaleza, así que sólo se acumula.


¿Y hacia dónde se dirigirá esa botella? Buscará compañía en un lugar del Océano Pacífico a donde llegará por efecto de las corrientes marinas desde cualquier parte del mundo. Se trata de una verdadera isla flotante, un nuevo minicontinente creado por la desidia del hombre en un área del Pacífico Norte al que se conoce como “El gran parche de basura del Pacífico”, “Remolino de basura del Pacífico”; y más siniestro aún “La sopa tóxica”. Se trata de una zona del océano cubierta de basura (especialmente plástica) en el centro del Pacífico Norte, con una superficie de 1.400.000 km² (algo más de la mitad de Argentina), que se arrincona indolente contra un vórtice de corrientes oceánicas, difícil de visualizar desde el aire e invisible a los radares, con un grosor que le permite llegar a los diez metros. En realidad se trata de dos grandes acumulaciones: una, la oriental, está entre Hawaii y California. La occidental flota entre Hawaii y Japón. Se calcula que allí se concentra el 10% de toda la basura plástica del mundo.


Entonces, ¿qué hacemos con nuestros plásticos? No desaparecerán de un día para el otro: aunque se prohibieran hoy mismo, existen enormes concentraciones en todas las formas imaginables. Toda nuestra cultura material está basada o tiene como componente principal al plástico. Se podría cubrir nuestro planeta con varias capas de plástico, y se sigue fabricando más cada día.


Esto hace urgente pensar una forma limpia, inocua y segura de disponer de este material. Las técnicas de reciclado son costosas y algunas están en estudio. Sin embargo ese es el camino que tiene que tomar la civilización.


Dr. Eduardo Tassano
Autor: Máster en gerenciamientos en servicios y sistemas de salud Especial para época. Se gradece la colaboración de Gustavo Salvador.