Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al
historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se
producen sobre todos los parámetros meteorológicos: temperatura, presión
atmosférica, precipitaciones, nubosidad. En teoría, son debidos tanto a
causas naturales como causadas por el hombre. Sin embargo se asocia más
el término a las modificaciones en el clima producidas por la acción
del hombre.
Por “cambio climático” se entiende un cambio de clima atribuido directa
o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la
atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima.
El aumento mundial de la demanda y del consumo energético, así como de
la actividad industrial, los transportes, la deforestación y la
agricultura, han desembocado en un incremento de las emisiones a la
atmósfera de CO2 y metano, los principales gases de efecto invernadero
causantes principales del cambio climático.
El cambio climático es un problema mundial que requiere una solución
mundial. Las medidas para paliar este terrible futuro pasan por acatar
las directrices de acuerdos como el Protocolo de Kioto: disminuir las
emisiones de CO2, reducir el uso de combustibles fósiles y aumentar el
de renovables, mejorar la eficiencia y la diversificación energética,
seguir una política de desarrollo sostenible y sobre todo concienciar de
la gravedad del problema a las generaciones futuras.
Es ya algo aceptado que el clima mundial está cambiando debido al
calentamiento de la Tierra. Este cambio puede afectar a la salud humana
de diversas maneras, por ejemplo, alterando el ámbito geográfico y la
estacionalidad de algunas enfermedades infecciosas, perturbando los
ecosistemas de producción de alimentos y aumentando la frecuencia de
fenómenos meteorológicos extremos catastróficos.
Las repercusiones sanitarias del cambio climático ya se están haciendo
sentir: incremento del número de fallecidos por olas de calor, aumento
de los desastres naturales tales como las inundaciones, y cambios de la
distribución de enfermedades potencialmente mortales transmitidas por
vectores, tales como el dengue.
De persistir esta situación, el cambio climático continuado tendrá
profundas consecuencias negativas en algunos de los determinantes
sociales y ambientales de la salud, como los alimentos, el aire y el
agua. Las zonas que disponen de una infraestructura sanitaria débil, en
su mayoría situadas en los países en desarrollo, serán las menos aptas
para prepararse y dar respuesta a estos problemas si no reciben ayuda.
Los peligros ambientales de gran escala y alcance mundial que amenazan
la salud humana comprenden el cambio climático, el agotamiento de la
capa estratosférica de ozono, la pérdida de diversidad biológica,
cambios en los sistemas hidrológicos y en las reservas de agua dulce, la
degradación de la tierra y las presiones ejercidas sobre los sistemas
de producción de alimentos.
Para apreciar esta escala y el tipo de influencia en la salud humana se
requiere una nueva perspectiva concentrada en los ecosistemas y en el
reconocimiento de que el fundamento de una buena salud de las
poblaciones en el largo plazo depende en gran parte de que los sistemas
que mantienen la vida en la Tierra conserven su estabilidad y buen
funcionamiento.
Proteger la salud del cambio climático planetario exige la gestión a
muchos niveles, empezando por los factores sociales y económicos que
impulsan el cambio hasta el punto de generar peligros y exposiciones
impensadas tiempo atrás.
Posiblemente la implicancia más inquietante del cambio climático es su
impacto potencialmente devastador sobre la salud humana. Un informe de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que: “Un clima más
cálido y más variable presenta la amenaza de que la concentración en el
aire de algunos contaminantes resulte mayor, que aumente la transmisión
de enfermedades a través del agua sucia y los alimentos contaminados,
que se ponga en riesgo la producción agrícola en algunos de los países
menos desarrollados, y que aumenten los peligros típicos de los climas
extremos”.
Los investigadores sostienen que los cambios de temperatura fomentarán
la propagación de enfermedades infecciosas. Muchos de los virus y
bacterias más letales son sumamente sensibles al clima, es decir a la
temperatura y las precipitaciones, lo que incluye el cólera y las
enfermedades diarreicas, así como otras enfermedades como el paludismo,
el dengue, y otras infecciones transmitidas por vectores.
En resumen, el cambio climático amenaza con hacer más lento, detener
por completo, o revertir el avance actualmente logrado por la comunidad
mundial de salud pública para luchar contra muchas de estas
enfermedades. Es de predecir un aumento en los incidentes climáticos
extremos, como inundaciones y sequías, tendrán un efecto devastador
sobre la salud.
El efecto será más intenso en las poblaciones vulnerables, es decir los
más jóvenes, los adultos mayores y los que ya están enfermos.
Los gobiernos tienen que adecuar y preparar sus sistemas sanitarios, y
fomentar la investigación en estos temas de los que hay mucho por
aprender.
Las últimas investigaciones han ampliado con rapidez nuestros conocimientos sobre las relaciones entre el clima y la salud.
Aun siendo aproximadas, las estimaciones de los posibles impactos del
cambio climático en la salud son una información esencial para discutir
las políticas en materia de reducción de las emisiones de gases de
efecto invernadero y de adaptación social al cambio climático. Las
sociedades deben responder, pese a las inevitables incertidumbres. Así,
la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(1992) asigna a los gobiernos nacionales la responsabilidad de evaluar
formalmente el riesgo que el cambio climático global entraña para la
salud de sus poblaciones respectivas.
Recordar que en este tema, en materia de políticas, las decisiones
están regidas por varios principios basados en criterios de equidad,
eficiencia y viabilidad política. También pueden ser válidos los
criterios éticos de salud pública: respeto a la autonomía, no
maleficencia (no hacer daño), justicia y beneficencia (hacer el bien).
Se puede decir que no estamos hablando del futuro. El cambio climático
esta aquí y ahora. Los gobiernos tienen la obligación de tomar el toro
por las astas (principalmente de los países desarrollados) y nosotros
desde nuestros lugares empezar con nuestras acciones a ayudar a
preservar nuestro planeta por el futuro de nuestros hijos.
Autor: Eduardo Tassano Máster en Gerenciamiento en Servicios y Sistemas de Salud