Los
residuos sólidos urbanos impactan gravemente en el ambiente constituyendo un
problema mundial. Debemos trabajar en programas de "Basura Cero"
En otras ediciones nos referimos a la contaminación ambiental en
general. Y establecimos que dicha contaminación, puede ser del aire, del agua o
del suelo. También nos hemos referido a que
la vida moderna y el consumismo
han hecho que el tema de los residuos sólidos urbanos, comúnmente conocidos
como basura se constituya un problema de primera magnitud en el orden mundial.
La gran producción de basuras domésticas obliga a establecer
servicios especiales de recolección y almacenamiento de los desperdicios. Sin
embargo, muchos de estos residuos se siguen vertiendo al río y a sus riberas,
se acumulan en vertederos clandestinos y producen un serio impacto sobre el
paisaje, la flora y la fauna del lugar.
Por otra parte, el tratamiento de residuos traslada en ocasiones la
contaminación de un medio a otro. Por ejemplo, la incineración de residuos
sólidos produce gases, partículas y vapores que contaminarán el aire si no se
realiza un adecuado tratamiento. El almacenamiento en vertederos, a su vez,
puede producir diversos efectos sobre el aire y las aguas superficiales y
subterráneas -como incendios y explosiones- si no existe una salida adecuada de
los gases que emanan y una buena recogida y tratamiento de los lixiviados
líquidos.
Los residuos sólidos urbanos
impactan gravemente en el ambiente de diferente manera. El volumen de desperdicios generados en las
ciudades ha crecido mucho en los últimos años y esto ha generado problemas
respecto a su recolección y eliminación.
Este problema se agrava año tras año debido a cuatro causas principales:
·
El crecimiento
demográfico,
·
La concentración de la
población en núcleos urbanos,
·
La mayor utilización de bienes
de rápido envejecimiento,
·
El uso más generalizado de
envases sin retorno fabricados con materiales no biodegradables.
Los problemas derivados de la
disposición de los residuos sólidos urbanos en basurales, rellenos “sanitarios”
o incineradores obligan a repensar el sistema actual de gestión de residuos.
Según las reglas de juego vigentes, extraemos recursos naturales del planeta
para fabricar bienes de consumo, en muchos casos de vida útil corta, que luego
son dispuestos de un modo que no permite que sean aprovechados, y contaminando
el ambiente.
Los incineradores aportan gases de efecto invernadero a la
atmósfera, son responsables del calentamiento global y fuente inexorable de dioxinas y furanos,
sustancias tóxicas con propiedades cancerígenas
que persisten en el medio ambiente.
Debe acabarse con el despilfarro de recursos que supone la
fabricación de productos de usar y tirar y la disposición de los residuos en
basurales o rellenos "sanitarios".
La verdadera preocupación por el
problema de la basura debe demostrarse estimulando:
·
La reducción del consumo de
recursos no renovables;
·
La sustitución de materias
primas tóxicas en los productos domésticos (pilas, electrodomésticos, pinturas,
PVC);
·
La reutilización de productos
(envases);
·
El reciclaje de materiales
-como el papel y el vidrio- y
·
La extensión de la vida útil de
los productos que consumimos.
Para eso, hace tiempo que en
distintas regiones del mundo se viene trabajando en programas de "Basura
Cero". Este enfoque está siendo promovido por gobiernos, ciudadanos y
empresas, e involucra una solución al problema de la basura desde su misma
fuente. En lugar de focalizar los esfuerzos en desarrollar nuevas y costosas
técnicas de ingeniería para intentar atenuar los problemas de contaminación
generados por las prácticas de disposición final vigentes, los recursos deben
conducirse más arriba en el proceso de producción y consumo.
Estos programas se orientan no solamente al tratamiento y el
reciclaje sino también al diseño de los productos de modo que tengan una vida
útil más larga y se produzcan con materiales no tóxicos y reciclables.
Hoy existe un nuevo flujo de residuos peligrosos qué está
emergiendo. El “boom” del consumo mundial de aparatos eléctricos y electrónicos
ha creado una explosión en la generación de basura electrónica, la que contiene
sustancias químicas tóxicas persistentes en el ambiente y metales pesados. Dado
que estos aparatos han sido diseñados utilizando tales sustancias, cuando son
desechados al final de su vida útil, no pueden ser dispuestos o reciclados de
un modo ambientalmente seguro.
Cada año, cientos de miles de viejas computadoras y teléfonos
móviles son arrojados a basurales, rellenos sanitarios, o son incinerados. El
desmantelamiento y fundido de partes de estos aparatos generan la liberación de un “cocktail” de venenos y químicos tóxicos.
Varios países tienen leyes y marcos regulatorios que adoptan el
Principio de responsabilidad Extendida del Productor (REP) para los Residuos de
Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). Algunos autores sostienen que para
hacer frente a la crítica situación de los RAEE a nivel global, se necesita
urgentemente de leyes que hagan responsables a los fabricantes por los
productos que colocan en el mercado, aún luego de que estos son descartados por
los clientes.
Nuestro país no escapa de estas consideraciones con el agravante que
se presentan bajo dos situaciones:
1.
Ignorar el problema: para muchos
habitantes el problema no “existe” y lo peor, y esto es lo grave, tampoco existe para quienes tienen cargos de
gobierno en los cuales pueden influir en la mejora de la consideración de este
tema.
2.
Imposibilidad de afrontar costos: los gobiernos provinciales y en algunos
casos los municipales están preocupados por este tema. Los esfuerzos son
variables en los distintos lugares. Todos tropiezan con el problema de los
costos.
Ambas situaciones quedarían atendidas si el gobierno nacional, que
maneja arbitrariamente el 70% de la renta nacional, coordinare un plan nacional
con asignación de recursos para abordar
este tema como se merece.
Afirmaciones como “es un tema
que no da votos” o la “gente no entiende” justifican vanamente
que las soluciones se retrasen y que no
se tome este tema con la seriedad que se necesita.
Podemos decir
que la concientización ha mejorado un poco y que algunas decisiones se han
tomado, pero falta que esto sea una política de estado nacional coordinada con las provincias, inclusive con fondos,
inversiones y planes estratégicos, para
ahí si cuidar este país como se debe.
Como ciudadanos,
quizás lo primero que podemos y debemos hacer es cumplir con la Constitución Nacional
de 1994 y respetar las leyes actuales que buscan proteger el medio ambiente.
Dr. Eduardo
Tassano
Master en
Gerenciamiento y Sistemas de Servicios de Salud.
Especial para Época