OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

jueves, 5 de diciembre de 2013

Actividad física en la tercera edad






La expresión tercera edad es un término que hace referencia a la población de personas mayores o ancianas. En esta etapa el cuerpo se va deteriorando y, por consiguiente, es sinónimo de vejez y de ancianidad. Se trata de un grupo de la población que tiene de 65 años de edad o más. Hoy en día, es más utilizado el término personas mayores y adulto mayor. 

El envejecimiento definido como el conjunto de modificaciones que el factor tiempo produce en el ser vivo, es un ciclo más de la vida del ser humano. Su llegada conduce a una serie de pérdidas en las capacidades funcionales que, no sólo se verán incrementadas con la falta de actividad física, sino que la inactividad favorece el  envejecimiento.
 
Tradicionalmente, la vejez ha sido relacionada con la enfermedad, la dependencia y la falta de productividad, generando una serie de políticas y programas vinculadas a este paradigma, que hoy se encuentra desfasado de la realidad de los mayores en el mundo. 
 
Ha llegado el momento de instaurar un nuevo paradigma, el que considere a las personas mayores, participantes activos de una sociedad que integra el envejecimiento. El envejecimiento debe vivirse como una experiencia positiva, una vida más larga que debe ir acompañada de oportunidades, autonomía, salud, productividad y protección. 
 
El envejecimiento activo es el proceso por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida de la vejez.
 
Existen algunos factores de riesgo para padecer enfermedades, con la edad y la inactividad: el sobrepeso, hipertensión, tabaquismo y alcoholismo, sedentarismo, osteoporosis, obesidad, estrés, soledad.  
 
Existen  factores que retardan el envejecimiento: el sueño adecuado, la actividad física continuada, la buena alimentación y  la participación social. 
 
La actividad física es esencial para la salud de las personas ancianas. Lo importante es realizar un chequeo médico previo, aumentar el ritmo lentamente y tener continuidad. La natación, caminatas y la bicicleta serían muy beneficiosas para muchas personas mayores.
 
El ejercicio habitual puede ayudar emocionalmente a los ancianos de salud delicada sin causarles dolor. Estos resultados se suman a la evidencia de que la actividad puede ofrecer beneficios más allá del bienestar físico.  
 
Con el envejecimiento sobrevienen una serie de modificaciones en el funcionamiento de los órganos y sistemas de nuestro organismo. En las personas mayores, suele existir una disminución importante de la fuerza y la masa muscular ya que a  partir de la adolescencia se produce una  disminución de un 1% anual en la capacidad física, responsable en gran parte de las enfermedades características de este grupo etario.
 
Muchos ancianos, especialmente aquellos que padecen de artritis u otras dolencias, son reacios a hacer ejercicio porque piensan que les ocasionará dolor o molestias, el hecho más importante es que el ejercicio, desde las actividades de resistencia hasta el entrenamiento para aumentar la fuerza y la flexibilidad, no causaría dolor a los participantes que tengan enfermedades como la artrosis. En diversos estudios se observó que los participantes habían mejorado su salud emocional después de los programas de ejercicios. Aún no está claro qué frecuencia, qué tipos y cuál es la intensidad de los ejercicios que se necesita para una mejoría emocional, indicando que se deben realizar más estudios para definir los beneficios del ejercicio en varias poblaciones.La realización de programas de ejercicios, en forma constante y por periodos prolongados, produce innumerables beneficios en todas las edades. Entre los más importantes tenemos:
 
a) Menor incidencia de caídas y fracturas óseas, por aumento de la fuerza muscular y coordinación de los movimientos, producto del entrenamiento.
b) Retraso en la aparición de osteoporosis, sobre todo en mujeres posmenopáusicas.
c) Mejora la depresión, sobre todo en mujeres con los programas de ejercicios físicos.
d) La actividad física cotidiana constituye uno de los pilares de los programas de prevención de la ateroesclerosis.
e) En personas hipertensas produce una disminución de las cifras de tensión arterial, con una gran mejoría de su cuadro clínico.
f) Aumenta el gasto calórico del organismo, contribuyendo a la pérdida de peso y al mantenimiento de la misma.
g) Mejora el sueño e induce una sensación de bienestar general.
h) Incrementa la capacidad para desarrollar tareas cotidianas y laborales.
 
Qué tipo de actividad física realizar es materia de todo un capítulo pero es indispensable tener en cuenta la historia de la persona que va a realizar la actividad. Es primordial que aunque sea mínimo que la persona haga algo para comenzar. Si no hace nada es mejor  empezar con pocos minutos de caminata, o bicicleta fija. La natación es muy aconsejable, incluso el hecho de estar en una pileta en movimiento, ya es suficiente. El peso de la persona es clave ya que al empezar los movimientos pueden producirse tendinitis y dolores diversos que alejan a su vez más a la persona que está comenzando. 
 
Hay personas que les resulta mejor estar en grupo y otras hacer tareas individuales. En las tareas grupales, los conductores de la actividad son las claves para cuidar a la persona y mantener el nivel de actividad. Siempre 5 minutos de cualquier actividad por día es mejor que nada. En muchas ocasiones es menester realizar fortalecimientos musculares localizados antes de empezar y luego una actividad más intensa. Es ampliamente conocido que 30 minutos de actividad diaria moderada produce un incremento notable en la calidad de vida de la persona y mejoría de la salud en general.
 
El entrenamiento físico debe estar dirigido a incrementar la capacidad funcional aeróbica y la fuerza muscular, y además, a mejorar la flexibilidad de las articulaciones. Hay que pensar en lograr mejorías en mediano y largo plazo. En cuanto a la mejora en la  resistencia sabemos que se asocia a la mejora en las enfermedades cardiacas. 
 
Es indispensable considerar la tercera edad en los planes de gobierno y en las políticas de estado  generando los ámbitos donde puedan desarrollar actividad física con la infraestructura y recursos humanos necesarios para realizarla y con los cuidados correspondientes a este grupo etario que es cada vez más numeroso. 

Autor: Eduardo Tassano
 

Máster en Gerenciamiento en  servicios y sistemas de salud Especial para época