OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

jueves, 8 de enero de 2015

Cuidados del sol.






Tomar sol es bueno. La exposición al sol es fuente natural de vitamina D, pero abusar del sol puede jugarnos una mala pasada.

Los cuidados por los rayos solares tienen en el mundo actual el aditamento que significa la destrucción progresiva de la capa de ozono. Esta capa atmosférica es la encargada en primer orden de la disminución o atenuación de los rayos solares hacia la superficie de la Tierra. 

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano,  el que está más expuesto al medio ambiente, y el que recuerda, a modo de registro, visualizadas como cicatrices  las agresiones sufridas en toda la historia de la persona. 

Una de las funciones principales de la piel, es proteger el organismo de las radiaciones solares.
La exposición humana al sol es una fuente natural de vitamina D. Con tan sólo una exposición diaria de 5-10 minutos al sol, ayudamos a que nuestro organismo metabolice toda la vitamina D que necesita para su correcto funcionamiento. Sin embargo, si no se hace correctamente, también puede ser un peligro para la piel, que con el calor estival se deshidrata más rápidamente. Además, con el sudor se genera humedad, haciéndola más vulnerable a infecciones.

Cada verano, infinidad de turistas disfrutan del sol en todas partes del mundo, pero muchos sufren efectos secundarios negativos como quemaduras, deshidratación, molestias o incluso deterioro prematuro o cáncer de la piel. Todos queremos lucir un buen bronceado y tener el cuerpo en forma, pero abusar del sol puede jugarnos una mala pasada. 

De acuerdo a la longitud de onda las radiaciones solares se extienden desde la luz ultravioleta, (menor longitud de onda) hasta las radiaciones infrarrojas (mayor longitud de onda), pasando por la luz visible. Los rayos que penetran en la piel y sobre los que hay que tener cuidado son los ultravioletas.
La radiación solar es filtrada por la capa de ozono que retiene los rayos más nocivos: los UVA y UVB (ultravioletas alfa o beta). 

Sin embargo, otra vez el deterioro ambiental actual se hace ver  y el importante y creciente deterioro de la capa de ozono   hace que los rayos ultravioletas no se filtren bien cuando caen en forma directa. Esto es justamente cuando el sol está en su punto más alto, es decir, al mediodía y por eso se recomienda no tomar sol en forma directa entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde, aunque últimamente se ha extendido una hora más.

La arena y la nieve reflejan un gran porcentaje de rayos UVA y UVB, por lo que estar bajo una sombrilla o techo no garantizan ninguna seguridad.

Tomar sol es bueno, el tema es no abusarse. La coloración de la piel es la respuesta del cuerpo ante los rayos solares, que se oscurece para protegerse de ellos.

El  sol en pequeñas dosis ayuda a la formación de vitamina D, que fija el calcio en huesos y dientes y evita el raquitismo (enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos, que afecta fundamentalmente  a los niños). El sol también tonifica los músculos, mejora el aspecto de la piel y el organismo. Influye también en el carácter de las personas, equilibra el sistema nervioso y evita estados depresivos.
La exposición solar inadecuada produce trastornos que pueden manifestarse a corto o a largo plazo, entre los que destacan:

·         Quemaduras solares: Se presentan mediante el enrojecimiento de la piel, inflamación o ampollas.
·         Bronceado excesivo: Las radiaciones solares excesivas provocan que se genere más melanina en la piel (pigmento que le da color).

·         Hiperqueratosis: Hinchazón de la piel.

·         Fotoenvejecimiento: El sol va desgastando la piel, que toma una apariencia "avejentada". Falta de elasticidad, se reseca y comienzan a aparecer arrugas, manchas y hasta derrames de los vasos sanguíneos que recorren la piel. Un estudio dio por resultado que el 75% de las arrugas son causadas por el sol.
·         Las enfermedades: El lupus, el albinismo, la porfiria, los herpes, el vitiligo y la rosácea se agravan con la exposición solar.

·         Alteraciones de la pigmentación: Las pecas (sobre todo en "pelirrojos") y lunares. También manchas oscuras llamadas "melasmas" (frecuentes en el embarazo).

·         Cáncer de piel: Estudios realizados por expertos presentan al sol como el principal causante de esta enfermedad. Es más común cuando las exposiciones prolongadas al sol se dan desde la infancia, por lo que hay que cuidar mucho a los más pequeños.

Cómo cuidarse del sol

El horario: Evitar exponerse al sol entre las 11 y las 16. El riesgo aquí es mayor  por  lo que dijimos de la capa de ozono dañada sumado a la caída vertical de los rayos. 

Los elementos protectores: Cubrirse con prendas, como remeras, gorra, lentes, etc. pone una barrera entre el sol y nuestra piel. No olvidemos proteger el cuello, las orejas, los ojos, la frente y la nariz, estas zonas son prominentes y por lo tanto más propensas a quemarse.

Usar anteojos que  protejan de los rayos  UV: estos rayos son la primera causa de ceguera en el mundo, porque producen cataratas. Adultos y niños deben protegerse con lentes, cuyos cristales cumplan la norma 89/686/CEE, que implica que protegen contra radiaciones UV.

Los fotoprotectores: Hay que usar los adecuados para cada tipo de piel. Los de piel más blanca deberán protegerse más que otras personas. Otra cuestión importante es que filtren los rayos UVA y UVB y que sean resistentes al agua. Cubrir bien toda la piel, incluyendo el cuero cabelludo, tanto en niños como en casos de calvicie.
Asegurarse que la piel esté seca al aplicarse la pantalla solar. De otra forma la capa de agua atrapada aumentará el riesgo de quemaduras al actuar como una lente de aumento.

Lo ideal es ponerse protector media hora antes de tomar sol y volver a aplicar cada dos horas o luego de cada chapuzón.

Cuidar especialmente la piel de bebés, niños pequeños y ancianos, que en ellos es más delicada.
La hidratación: Al sudar por el calor perdemos agua, por lo que es recomendable beber líquido en cantidad.
Los días nublados: Deben tomarse las mismas precauciones, dado que las nubes no evitan el paso de los rayos nocivos.
El embarazo: No exponerse al sol prolongadamente y cubrir siempre la panza con ropa, en lo posible un material que no deje pasar mucha luz.

Los medicamentos: Lea atentamente el prospecto de los medicamentos, algunos pueden provocar fotosensibilización o reacciones adversas.

Ante cualquier duda o alteración de la piel, consulte siempre con el dermatólogo. Él será  quien mejor lo aconseje.

Más allá del efecto estético a corto plazo, no cuidar adecuadamente la piel después de tomar el sol puede provocar manchas, pecas, arrugas y, en el peor de los casos, cáncer de piel. Por ese motivo, después de un día de playa o piscina o, simplemente, de una jornada de turismo bajo el sol, mimar la piel es clave, tanto para conservar el bronceado como para evitar enfermedades.

Dr Eduardo Tassano
Magister en Servicios y Sistemas de Salud
Especial para Ëpoca