Tomar
sol es bueno. La exposición al sol es fuente natural de vitamina D, pero abusar
del sol puede jugarnos una mala pasada.
Los cuidados por
los rayos solares tienen en el mundo actual el aditamento que significa la
destrucción progresiva de la capa de ozono. Esta capa atmosférica es la
encargada en primer orden de la disminución o atenuación de los rayos solares
hacia la superficie de la Tierra.
La piel es el
órgano más extenso del cuerpo humano, el
que está más expuesto al medio ambiente, y el que recuerda, a modo de registro,
visualizadas como cicatrices las
agresiones sufridas en toda la historia de la persona.
Una de las
funciones principales de la piel, es proteger el organismo de las radiaciones
solares.
La exposición
humana al sol es una fuente natural de vitamina D. Con tan sólo una exposición
diaria de 5-10 minutos al sol, ayudamos a que nuestro organismo metabolice toda
la vitamina D que necesita para su correcto funcionamiento. Sin embargo, si no
se hace correctamente, también puede ser un peligro para la piel, que con el
calor estival se deshidrata más rápidamente. Además, con el sudor se genera
humedad, haciéndola más vulnerable a infecciones.
Cada verano,
infinidad de turistas disfrutan del sol en todas partes del mundo, pero muchos
sufren efectos secundarios negativos como quemaduras, deshidratación, molestias
o incluso deterioro prematuro o cáncer de la piel. Todos queremos lucir un buen
bronceado y tener el cuerpo en forma, pero abusar del sol puede jugarnos una
mala pasada.
De acuerdo a la
longitud de onda las radiaciones solares se extienden desde la luz
ultravioleta, (menor longitud de onda) hasta las radiaciones infrarrojas (mayor
longitud de onda), pasando por la luz visible. Los rayos que penetran en la
piel y sobre los que hay que tener cuidado son los ultravioletas.
La radiación
solar es filtrada por la capa de ozono que retiene los rayos más nocivos: los
UVA y UVB (ultravioletas alfa o beta).
Sin embargo,
otra vez el deterioro ambiental actual se hace ver y el importante y creciente deterioro de la
capa de ozono hace que los rayos
ultravioletas no se filtren bien cuando caen en forma directa. Esto es
justamente cuando el sol está en su punto más alto, es decir, al mediodía y por
eso se recomienda no tomar sol en forma directa entre las 11 de la mañana y las
3 de la tarde, aunque últimamente se ha extendido una hora más.
La arena y la
nieve reflejan un gran porcentaje de rayos UVA y UVB, por lo que estar bajo una
sombrilla o techo no garantizan ninguna seguridad.
Tomar sol es
bueno, el tema es no abusarse. La coloración de la piel es la respuesta del
cuerpo ante los rayos solares, que se oscurece para protegerse de ellos.
El sol en pequeñas dosis ayuda a la formación de
vitamina D, que fija el calcio en huesos y dientes y evita el raquitismo
(enfermedad caracterizada por la deformación de los huesos, que afecta
fundamentalmente a los niños). El sol también
tonifica los músculos, mejora el aspecto de la piel y el organismo. Influye
también en el carácter de las personas, equilibra el sistema nervioso y evita
estados depresivos.
La exposición
solar inadecuada produce trastornos que pueden manifestarse a corto o a largo
plazo, entre los que destacan:
·
Quemaduras solares: Se
presentan mediante el enrojecimiento de la piel, inflamación o ampollas.
·
Bronceado excesivo: Las
radiaciones solares excesivas provocan que se genere más melanina en la piel
(pigmento que le da color).
·
Hiperqueratosis: Hinchazón de
la piel.
·
Fotoenvejecimiento: El sol va
desgastando la piel, que toma una apariencia "avejentada". Falta de
elasticidad, se reseca y comienzan a aparecer arrugas, manchas y hasta derrames
de los vasos sanguíneos que recorren la piel. Un estudio dio por resultado que
el 75% de las arrugas son causadas por el sol.
·
Las enfermedades: El lupus, el
albinismo, la porfiria, los herpes, el vitiligo y la rosácea se agravan con la
exposición solar.
·
Alteraciones de la pigmentación:
Las pecas (sobre todo en "pelirrojos") y lunares. También manchas
oscuras llamadas "melasmas" (frecuentes en el embarazo).
·
Cáncer de piel: Estudios
realizados por expertos presentan al sol como el principal causante de esta
enfermedad. Es más común cuando las exposiciones prolongadas al sol se dan
desde la infancia, por lo que hay que cuidar mucho a los más pequeños.
Cómo cuidarse
del sol
El horario:
Evitar exponerse al sol entre las 11 y las 16. El riesgo aquí es mayor por lo
que dijimos de la capa de ozono dañada sumado a la caída vertical de los rayos.
Los elementos
protectores: Cubrirse con prendas, como remeras, gorra, lentes, etc. pone una
barrera entre el sol y nuestra piel. No olvidemos proteger el cuello, las
orejas, los ojos, la frente y la nariz, estas zonas son prominentes y por lo
tanto más propensas a quemarse.
Usar anteojos
que protejan de los rayos UV: estos rayos son la primera causa de
ceguera en el mundo, porque producen cataratas. Adultos y niños deben
protegerse con lentes, cuyos cristales cumplan la norma 89/686/CEE, que implica
que protegen contra radiaciones UV.
Los
fotoprotectores: Hay que usar los adecuados para cada tipo de piel. Los de piel
más blanca deberán protegerse más que otras personas. Otra cuestión importante es
que filtren los rayos UVA y UVB y que sean resistentes al agua. Cubrir bien
toda la piel, incluyendo el cuero cabelludo, tanto en niños como en casos de
calvicie.
Asegurarse que
la piel esté seca al aplicarse la pantalla solar. De otra forma la capa de agua
atrapada aumentará el riesgo de quemaduras al actuar como una lente de aumento.
Lo ideal es
ponerse protector media hora antes de tomar sol y volver a aplicar cada dos
horas o luego de cada chapuzón.
Cuidar
especialmente la piel de bebés, niños pequeños y ancianos, que en ellos es más
delicada.
La hidratación:
Al sudar por el calor perdemos agua, por lo que es recomendable beber líquido
en cantidad.
Los días
nublados: Deben tomarse las mismas precauciones, dado que las nubes no evitan
el paso de los rayos nocivos.
El embarazo: No
exponerse al sol prolongadamente y cubrir siempre la panza con ropa, en lo
posible un material que no deje pasar mucha luz.
Los
medicamentos: Lea atentamente el prospecto de los medicamentos, algunos pueden
provocar fotosensibilización o reacciones adversas.
Ante cualquier
duda o alteración de la piel, consulte siempre con el dermatólogo. Él será quien mejor lo aconseje.
Más allá del
efecto estético a corto plazo, no cuidar adecuadamente la piel después de tomar
el sol puede provocar manchas, pecas, arrugas y, en el peor de los casos,
cáncer de piel. Por ese motivo, después de un día de playa o piscina o,
simplemente, de una jornada de turismo bajo el sol, mimar la piel es clave,
tanto para conservar el bronceado como para evitar enfermedades.
Dr Eduardo Tassano
Magister en Servicios y Sistemas de Salud
Especial para Ëpoca