OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano

viernes, 22 de marzo de 2013

La hipertensión arterial, el enemigo silencioso



La presión arterial o como también se la denomina, tensión arterial, es la presión que ejerce la sangre sobre la pared de las arterias. El registro involucra una presión máxima y una mínima. Los valores normales para adultos son inferiores a 140/90 mm hg  que, aunque polémicos para algunos, es aceptado por la mayoría de los expertos. Lo óptimo se considera 120/80 mm hg. Este fue un tema controversial que ocasionó largas discusiones entre los especialistas, a través del tiempo.

La hipertensión arterial se produce cuando la presión de la sangre se eleva en las arterias, es un fenómeno complejo determinado por muchos factores de la fisiología del organismo. Heredamos de nuestros padres una predisposición genética para ser hipertensos y luego cometemos algunos errores en el estilo de vida que precipitan la aparición de la enfermedad (por ejemplo el sobrepeso, sedentarismo, mala alimentación o tabaquismo).

A pesar de que clásicamente se relaciona  la elevación de la presión con la cefalea (dolor de cabeza) se sabe que en general el cuadro es silencioso y la única manera de saber los valores de presión es controlar la presión por alguna persona que sepa realizarlo, es decir tomar la presión.

Tenemos varias clasificaciones de la hipertensión arterial pero lo más usual es definir de acuerdo a la causa, y allí tenemos lo que se conoce como hipertensión arterial esencial, que es la forma de presentación más frecuente el 90% y donde  no se puede detectar una causa concreta, y el 5% restante la llamamos secundaria, porque se puede detectar una patología que la produce y en la mayoría de los casos son alteraciones del riñón o de sus arterias y causas hormonales.

Afortunadamente hay tratamiento farmacológico efectivo para esto, es decir como tantas cosas en medicina si bien no se sabe exactamente qué es lo que falla, tenemos remedios que son efectivos para controlar la enfermedad y  en algunos casos de hipertensión secundaria, tratando la causa, se corrige la hipertensión.

Volviendo a la hipertensión esencial podemos decir que los tratamientos pasan por lo que se conoce como medidas higiénico dietéticas, como ser bajar de peso, aumentar el grado de actividad y fundamentalmente disminuir o suprimir el consumo de sal. Esta última medida es altamente efectiva y se calcula que disminuye la presión en un 8 a 10%. La dieta hipo sódica es  difícil de lograr, fundamentalmente por razones culturales, recordemos que  el pan, los fiambres, los quesos también poseen mucha sal. En esto ayudan mucho las sales que tienen contenidos más bajos de sodio, ya que es el elemento nocivo para la hipertensión y más serio aun es que el organismo no necesita estas cargas adicionales de sal ya que los alimentos por si mismos contienen sal.

Con respecto a los fármacos tenemos cuatro grupos altamente efectivos para el  tratamiento de la hipertensión arterial: los diuréticos, los betabloqueantes, los vasodilatadores periféricos y los bloqueantes cálcicos. Hay diferentes esquemas terapéuticos y hoy día lo moderno es tratar con varias drogas a dosis bajas. El hecho es que salvo mínimas excepciones la presión debe bajar sí o sí, con el esquema que sea. Pero a pesar de estos esquemas efectivos de tratamiento, el abandono de la medicación es significativamente alto. Ello obedece a múltiples causas, muchas veces el paciente dice que dejó de tomar la medicación porque se sentía bien, (en realidad la presión en general no se siente), o porque le bajaron los valores y ello obedece al tratamiento, al suprimir los fármacos vuelve a subir, o porque “no quiere tomar tantas pastillas”. En realidad a veces dan ganas de sugerir: “Señor: haga lo que quiera, coma lo que quiera pero por lo menos ¡tome las pastillas!”

Del total de los hipertensos sólo una minoría está bien tratado y con los valores de presión normales. En Argentina, según el último informe de la Sociedad Interamericana de Hipertensión, sólo el 18% de los pacientes están bien tratados y con cifras en promedios normales de presión. Lo mismo hemos podido apreciar en nuestra ciudad (Corrientes Capital)

La hipertensión a veces es un signo, a veces un agravante y a veces única enfermedad, hoy constituye un problema sanitario de primer nivel. Se asocia a la cardiología, la nefrología, a la clínica médica a la medicina general entre otras. Siempre presente en los Congresos de estas especialidades, sigue siendo un desafío permanente, restando mucho para ganar la batalla.

Además de los fármacos hay diferentes propuestas en las comunidades para disminuir el consumo de sal. Un ejemplo que se realiza en algunos países es ofrecer en algunos restaurantes platos sin sal, o quitar el salero de la mesa. Otra iniciativa tiene que ver con la producción de pan sin sodio y otros alimentos sin sodio. Se dice que esto logra disminuir la prevalencia de hipertensión y problemas cardiovasculares.

Sin lugar a dudas  la hipertensión arterial constituye uno de los problemas sanitarios de mayor importancia actual. Tal es así que se calcula que el 28 al 30% de la población adulta del mundo está afectado.

La hipertensión necesita tratamiento permanente, cuando se diagnostica, empezar el tratamiento cambia totalmente el pronóstico. Ni hablar en la asociación con una enfermedad coronaria (infartos de corazón) o diabetes.

Es una enfermedad que tiene que ver con todos los determinantes de la salud, la biología, el ambiente, el estilo de vida y la atención sanitaria. La tarea para el control epidemiológico implica trabajo en todos los campos, control del consumo de sal, atención sanitaria enfocada a la prevención y promoción de la salud, inclusive formación en la escuela primaria y secundaria dirigida a estos temas. Todas las estrategias son necesarias para controlar este flagelo.

Una recomendación para finalizar; todas las personas deben conocer su presión, pero sobre todo aquellos mayores de 30 años y con alguno de sus padres hipertensos, por que son los que tienen mayor riesgo de contraer esta enfermedad silenciosa pero que sin tratamiento puede causar invalidez y muerte precoz.

Recordamos la epidemia del siglo XXI que son las enfermedades crónicas no transmisibles que incluyen: las enfermedades vasculares, enfermedades respiratorias crónicas, Cáncer y la diabetes. La hipertensión arterial es un agravante esencial en la evolución de las enfermedades vasculares y la diabetes. El control epidemiológico de la hipertensión debe constituir un objetivo básico en los programas para una mejor salud en el mundo y ello será incidente en la disminución en la mortalidad por enfermedades vasculares.


Autor: Eduardo Tassano Master en Gerenciamiento En Sistemas y Servicios de Salud

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