La Salud mental es un don que todos queremos
poseer. En general cuando hablamos de
felicidad, paz de espíritu, goce o satisfacción, nos referimos a la salud
mental.
Antes se hablaba de enfermedades mentales,
concepto amplio, confuso y discriminatorio por lo que hoy hablamos de
trastornos mentales. Tal es así que el termino
es hoy usado en las clasificaciones
modernas de la OMS y otras entidades Siquiátricas (Asociación Siquiátrica
Americana).
Una de
cada cuatro personas, o un 25% de los individuos, desarrollan uno o más
trastornos mentales o conductuales en algún momento de la vida, tanto en los
países desarrollados como en los países en desarrollo. Estos trastornos pueden
diagnosticarse ya con tanta fiabilidad y exactitud como la mayoría de los
trastornos orgánicos comunes. Algunos de esos trastornos pueden prevenirse, y
todos pueden ser manejados y tratados con éxito.
Los informes actualizados sobre
trastornos mentales agrupan a las siguientes entidades: la depresión, los trastornos de ansiedad, los trastornos por consumo de
sustancias (adicciones), la esquizofrenia, la epilepsia, la enfermedad de
Alzheimer, el retraso mental y los trastornos de la infancia y la adolescencia.
Los más frecuentes son los trastornos de ansiedad y la depresión.
Para todos los individuos, la salud mental, la salud física y la salud social son compo-
nentes esenciales de la
vida estrechamente relacionados e interdependientes.
Desgraciadamente, en la mayor parte del
mundo no se concede a la salud mental y
a sus
Trastornos la misma
importancia que a la salud física. Muy al contrario, han sido objeto de
Indiferencia o abandono.
En parte como consecuencia de esta actitud, el mundo está su-
friendo una carga
creciente de trastornos mentales, y un desfase
terapéutico cada vez ma-
yor.
En
los países en desarrollo, a la mayoría de las personas con enfermedades
psiquiátricas graves se
les deja que afronten como puedan sus cargas personales, como la
Depresión, la demencia,
la esquizofrenia y la toxicomanía. En conjunto, a muchas de ellas
su enfermedad las
convierte en víctimas y en objetos de estigmatización y discriminación.
El envejecimiento de la población, el
agravamiento de los problemas sociales y la agita-
ción social permiten
prever un aumento del número de afectados. Entre las 10 primeras
causas de discapacidad
en el mundo, cuatro corresponden ya a trastornos mentales. Esta
carga creciente supone
un costo enorme en sufrimiento humano, discapacidad y pérdidas
económicas.
Se calcula que los
trastornos mentales y del comportamiento representan el 12% de la
carga de morbilidad en
el mundo; sin embargo, el presupuesto para salud mental de la
mayoría de los países es
inferior al 1% del gasto total en salud. La relación entre carga de
morbilidad y gasto en
salud es claramente desproporcionada. Más del 40% de los países no
disponen de una política
de salud mental, y en más del 30% no existe un programa dedica-
do a ella. Más del 90%
de los países carecen de una política de salud mental que incluya a
niños y adolescentes. Es
frecuente, además, que los planes de salud no cubran los trastor-
nos mentales y
conductuales en la misma medida que otras enfermedades.
La salud mental es tan importante como la
salud física para el bienestar general de los individuos, las sociedades y los países. Pese
a ello, sólo una pequeña minoría de los 450 millones de personas que padecen un
trastorno mental o del comportamiento está en tratamiento.
Los avances en neurociencia
y medicina conductual han demostrado que, al igual que mu-
chas enfermedades
orgánicas, los trastornos mentales y conductuales son
consecuencia de una
compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales. Aunque
nos queda todavía mucho que aprender, disponemos ya de los conocimientos y la
capacidad para reducir la carga que suponen las enfermedades mentales y del
comportamiento en el mundo.
La ley de salud
mental de la Argentina, sugiere que un monto del 20% del presupuesto provincial
para salud se direccione para estas enfermedades.
QUE PASA CON LOS
JOVENES:
Un informe de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que el 45 por ciento de los
afectados por un trastorno mental, como la depresión, el trastorno bipolar o el
abuso de alcohol, tienen entre 10 y 24 años, siendo la principal causa de
discapacidad entre los jóvenes de todo el mundo.
Según alerta este organismo de Naciones Unidas en dicho trabajo que publica la
revista 'The Lancet', estas enfermedades constituyen un problema de salud
pública "mucho más importante" que los accidentes de tránsito o algunas enfermedades infecciosas como el VIH
o la malaria, ya que "se pierden muchos años de vida debido a la
discapacidad" que provocan.
Sin embargo los jóvenes y adolescentes no son prioridad en los programas de
salud de los países porque erróneamente se considera que son "un grupo de edad que siempre se ha
considerado sano". Además en ese grupo de edad es donde prevalecen las
discapacidades con respecto a otras edades.
De hecho, los investigadores encontraron que la principal causa de discapacidad
tanto en hombres como mujeres son las enfermedades neuropsiquiátricas, con una
incidencia del 45 por ciento de la población, siendo las más frecuentes la
depresión, el abuso de alcohol, esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Otros eventos, principalmente los accidentes de tránsito son la segunda causa de discapacidad (12%) y
en tercer lugar, con una incidencia de 10 por ciento, están las enfermedades
infecciosas y parasitarias, como la malaria, el VIH y la tuberculosis.
El desborde mundial en el consumo de alcohol
y otras drogas como la marihuana, cocaína o productos de menor calidad como el Paco
y otras, son cruciales para entender
esta verdadera epidemia, principalmente
en los jóvenes.
RECOMENDACIONES
A NIVEL MUNDIAL:
Los
gobiernos son responsables de dar prioridad a la salud mental. Ade-
más, es
esencial el apoyo internacional para que muchos países pongan en
marcha
programas de salud mental. Las acciones que haya que emprender
en cada país
dependerán de los recursos disponibles y del estado actual de la
atención de
salud mental.
En general, el informe recomienda: dispensar tra-tamiento
para los trastornos mentales en el ámbito de la atención primaria;
asegurar la
disponibilidad de medicamentos psicotrópicos; sustituir los gran-
des
hospitales psiquiátricos custodiales por centros de atención comunita-
ria,
respaldados por camas psiquiátricas en los hospitales generales y apoyo
a la
asistencia domiciliaria; realizar campañas de sensibilización pública para
acabar con
la estigmatización y la discriminación; involucrar a las comuni-
dades, las
familias y los consumidores en la adopción de decisiones sobre
políticas y
servicios; establecer políticas, programas y legislación a escala na-
cional;
adiestrar a profesionales de la salud mental; vincular la salud men-
tal a otros
sectores sociales; vigilar la salud mental, y apoyar la investigación.
Resta mucho por hacer y debemos aunar
esfuerzos para luchar contra este creciente flagelo.
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