El mundo asiste a la epidemia de las enfermedades Cronicas no
transmisibles. Como hemos sostenido en otras ocasiones, este grupo está
constituido por las enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades
pulmonares Cronicas y la diabetes.
Estas enfermedades constituyen la primera causa de morbimortalidad en el mundo. Además, se considera que el 10 % de la población son diabéticos.
Esto va acompañado de una equivalente epidemia de sobrepeso y obesidad. Al indagar a fondo se observa que estas epidemias están muy relacionadas con el estilo de vida moderno, que esta direccionado a dos cosas: la vida sedentaria y al cambio cualitativo de la alimentación. El cambio de la alimentación se da principalmente por el reemplazo de la comida natural preparada en casa por los alimentos ultraprocesados comprados.
Desde los años 60 comienza en Estados Unidos el auge de la comida
rápida y las bebidas azucaradas, y los productos con conservantes para
que duren más tiempo en la góndola. Este tipo de alimentación resulta en
una sobrecarga calórica en los alimentos que antes no existía.
Los dos factores, la inactividad física y este tipo de alimentación han sido los principales desencadenantes de esta epidemia de sobrepeso y obesidad y además por consiguiente del auge de las enfermedades Cronicas no transmisibles.
Los dos factores, la inactividad física y este tipo de alimentación han sido los principales desencadenantes de esta epidemia de sobrepeso y obesidad y además por consiguiente del auge de las enfermedades Cronicas no transmisibles.
Los alimentos en general
(y generalizando ampliamente) están constituidos por los hidratos de
carbono, las grasas y las proteínas. Los tres tienen su rol de
importancia en el organismo. Se sabe claramente que la conjunción de
grasas e hidratos de carbono generan dietas hipercaloricas que son las
que llevan en general al aumento de peso.
Si bien en Argentina no tenemos datos, podemos
decir que en Estados Unidos más de la mitad de la dieta promedio está
compuesta por los llamados alimentos ultra procesados.
Los alimentos ultra procesados son menjunjes de varios ingredientes, que incluyen sal, azúcar, aceites y grasas. También contienen sustancias químicas que por lo general no se utilizan al cocinar, como saborizantes, emulsionantes y otros aditivos diseñados para imitar a los alimentos reales, que a su vez generan sabores que son tremendamente adictivos y que las personas consumen cada vez mas.
Los alimentos ultra
procesados incluyen a los refrescos, los refrigerios empacados dulces o
salados, los dulces y los postres, los productos horneados envasados, las sopas
y los fideos instantáneos, y los productos cárnicos reconstituidos, como los
nuggets de pollo y de pescado, entre otros. Además podemos citar los platos y sándwiches preparados congelados,
los fiambres y las salchichas, las salsas listas para comer y las mezclas de
bizcocho.
Otros productos no menos importantes son postres y dulces, las barritas de cereales, el kétchup, las
papas fritas, los aderezos de ensalada y las pizzas congeladas.
A modo de ejemplo
podemos decir que el límite superior recomendado de calorías del azúcar es del
10 por ciento de las calorías diarias, sin embargo en las personas que comieron
la mayor cantidad de alimentos ultra procesados, más del 80 por ciento
superaron el límite superior de azúcar. Solo las personas que comían la
cantidad más baja de alimentos ultra procesados tenían unos niveles de azúcar
inferiores al recomendado, dijeron los investigadores.
AMERICA LATINA: epidemia de obesidad.
Los alimentos
ultraprocesados son motor de la epidemia de obesidad en América Latina, según
un informe difundido por la Organización Panamericana de la Salud/Organización
Mundial de la Salud (OPS/OMS).
En volumen, las
ventas de productos ultra-procesados de alimentos y bebidas aumentaron un 48%
entre 2000 y 2013 en América Latina, en comparación con 2,3% en América del
Norte.
Las compras de
comida rápida per cápita aumentaron casi un 40% entre 2000 y 2013 en América
Latina, basándose en datos de los 13 países estudiados. Estas compras se
incrementaron en un 100% o más en Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica,
República Dominicana y Perú.
En América Latina,
las ventas per cápita de productos ultra-procesados crecieron más rápido en
Uruguay (146%), Bolivia (130%) y Perú (107%). La mayor parte del aumento fue en
la venta de bebidas azucaradas.
Para frenar el
aumento del consumo de alimentos ultra-procesados y las crecientes tasas de
obesidad y sobrepeso en América Latina, el informe recomienda que los
gobiernos, la comunidad científica y las organizaciones de la sociedad civil
apoyen e implementen políticas para proteger y promover la elección de
alimentos saludables.
Estas políticas pasan por campañas de
información y educación, pero también por la aprobación de normativa sobre
precios, incentivos, agricultura y comercio para proteger y promover la
agricultura familiar, los cultivos tradicionales, la inclusión de los alimentos
frescos de origen local en los programas de almuerzo escolar, y la promoción de
las habilidades domésticas de preparación de alimentos y cocinar. Estas medidas
están en consonancia con el Plan de Acción para la Prevención de la obesidad en
niños y adolescentes de la OPS/OMS que se aprobó en 2014 y también llama a
establecer límites estrictos a la comercialización de productos alimenticios
poco saludables para los niños.
Mucho interés ha
despertado este tema. Muchos análisis se hacen sobre las causas y los
tratamientos para el sobrepeso y obesidad.
Todo indica que no podrá haber un abordaje serio hasta que no se
estudien modificaciones del funcionamiento de la industria alimentaria. Esto es quizá el único de los mecanismos que
permitiría un principio de solución en este tema desde el punto de vista de la
población global.
Todo lo demás no ha
resultado y se sabe que es muy difícil promover cambios en la conciencia de los
ciudadanos. Las dietas no dan resultado a nivel poblacional.
El cambio de la
industria alimentaria, sabemos, es muy difícil ya que significa modificar temas que hacen a grandes
intereses, y además va a implicar cambios culturales cuyo impacto son de
difícil valoración. Sin dudas que todo esto va a llevar mucho tiempo, pero los números de la Epidemia del siglo XXI
van a acelerar significativamente los plazos de implementación de políticas que
sean efectivas en esta lucha.
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