OPINIONES – Dr. Eduardo Tassano
jueves, 28 de noviembre de 2013
Pilas y baterías: la energía en un bolsillo
Como muchos elementos que nos rodean, nuestra civilización ha puesto a nuestra disposición una serie de artefactos a los que vemos con absoluta naturalidad y sin los cuales nos encontramos incómodos, cuando no fastidiados. Teléfonos celulares, controles remotos, automóviles, juguetes, todos tienen algo en común: funcionan en todo o en parte a electricidad.
La aplicación de esta energía entre nosotros tiene fecha de origen: el 20 de marzo de 1800, cuando el científico Alejandro Volta explicó a sus pares cómo puso unas arandelas de cobre (o plata) y de zinc una encima de la otra, y separadas entre sí por trozos de cartón o de fieltro impregnados de agua o de salmuera, y obtuvo chispas eléctricas. Y como sus arandelas estaban apiladas, la posteridad las llamó para siempre… “pilas”, y así las conocemos hoy.
Llamamos pues pila o elemento galvánico (por Luigi Galvani), al sistema en el que la energía química mediada por una reacción química es transformada en energía eléctrica. Dicha reacción se llama redox (oxidorreducción). De esa manera se genera electricidad. De ahí a tener en el bolsillo la potencia eléctrica suficiente para encender una linterna, activar un despertador o hacer funcionar un celular hay un paso.
Una vez que termina su vida útil se transforman en un residuo peligroso dentro de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), y su tratamiento es altamente complejo por varias causas. Las pilas y baterías, por su composición, resultan especialmente tóxicas y peligrosas para el medio ambiente, debido a que los elementos químicos que se usan para generar su energía son metales pesados, como el mercurio, el cadmio y otros metales contaminantes como el manganeso, níquel y cinc.
Los metales que alcanzan al medio ambiente contaminan el agua, el aire y el suelo. Este problema aparece cuando una pila pierde su cobertura protectora de metal, liberando al ambiente los diferentes tipos de metales contenidas en ella, produciendo efectos nocivos para el ecosistema y la salud de los seres humanos.
Las pilas pueden sufrir la corrosión de sus carcasas, las cuales pueden ser afectadas internamente por sus componentes y externamente por la acción climática y por el proceso de descomposición de los RSU, si se encuentran mezclados con este tipo de residuos. Cuando se produce el derrame de los químicos contenidos en las pilas, éste puede acarrear con él los metales pesados que conforman la pila (¿vieron a las pilas sulfatadas, y cómo queda lo que las rodea…?).
Estos metales pueden “moverse” por los suelos y fluir por cursos de agua y acuíferos, contaminando el ambiente en general. Y nuestra provincia tiene un inmenso capital ambiental acuático que debe proteger.
En resumen, los peligros provenientes de las pilas se originan en los siguientes hechos:
1) Cada pila grande o pequeña es una combinación de varios materiales polucionantes y tóxicos.
2) Hay una inmensa variedad de formas y combinaciones de elementos químicos.
3) Esta variedad hace que las consecuencias toxicológicas sean múltiples y complejas.
4) Las pilas y baterías tienen infinidad de formas, tamaños, usos, diseños y destinos.
5) Cada vez se desecha un número mayor de pilas mezcladas entre los residuos domiciliarios, sin ser separadas de la basura común. Esto se debe en parte a que la población las sigue considerando un residuo inocuo.
6) Con semejante variedad de tipos, tamaños, capacidad y orígenes, las pilas ofrecen infinidad de sistemas y combinaciones químicos posibles. Esto complica su gestión dado que las formas de tratamiento y reciclado difieren, así como también su grado de toxicidad.
Nuestro país encuadra a pilas y baterías usadas como residuos peligrosos, contempladas en la Ley Nacional de Residuos Peligrosos Nº 24.051. Esta Ley define a los residuos peligrosos en su Art. Nº 2: "Será considerado peligroso [...] todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente, a seres vivos o contaminar el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general.
Cualquiera sea el enfoque de su tratamiento como RSUs, todos coinciden en que lo que no debe hacerse, de ninguna manera, es tratarlas como basuras comunes. Lo ideal es que regresen al fabricante para que éste se encargue de reciclarlas y reutilizar sus elementos útiles mediante tecnologías adecuadas. Pero en el terreno práctico, lo mínimo que debe hacerse es recolectarlas en forma separada de los RSU, para darles disposición final de modo seguro.
En nuestro país existen unos pocos sitios de disposición con rellenos de seguridad con habilitación orgánica renovable anualmente. La Secretaría de Ambiente de la Nación está trabajando en la evaluación de varias propuestas tecnológicas para el reciclado y/o disposición final ambientalmente segura de las pilas, en una tarea conjunta con todos los actores involucrados. El objeto es establecer normativas concertadas y sancionar una resolución de aplicación real y de factible cumplimiento.
Estas propuestas se basan en un conjunto de alternativas tecnológicas de tratamiento o disposición final de pilas y baterías usadas. La complejidad del tema excede la finalidad de este artículo pero si es notable que se están estudiando alternativas tecnológicas y existe una sensata preocupación por el tema.
En conclusión, una correcta gestión ambiental de residuos de pilas y baterías deberá realizarse teniendo en cuenta los siguientes objetivos, de acuerdo con los principios de “quien contamina paga” y de responsabilidad extendida del productor:
a) prevenir la generación de residuos de pilas y baterías utilizando pilas recargables, más caras pero más seguras;
b) facilitar su recolección selectiva y su correcto tratamiento y reciclado con la finalidad de reducir al mínimo su peligrosidad; y
c) evitar la eliminación de las pilas y baterías agotadas en el flujo de residuos urbanos no seleccionados.
Dentro de los destinos posibles, la disposición final en rellenos de seguridad y la exportación son consideradas hoy por la Dirección de Residuos Peligrosos de la Secretaría de Medio Ambiente como las alternativas legales y posibles en nuestro país para los residuos de pilas y baterías agotadas. No se recomienda la cementación ni la incineración, ambos potencialmente peligrosos.
Y finalmente, cualquiera sea nuestro pensamiento sobre las pilas usadas, nunca las tiremos al agua de un río, lago o laguna. Se calcula que una pila de mercurio puede contaminar 600.000 litros de agua, una alcalina 167.000 litros, y una de óxido de plata, 14.000. Una sola…
Pensemos en nuestros niños y jóvenes y el mundo que vamos a dejar.
Se agradece la colaboración de Gustavo Salvador
Autor: Eduardo Tassano (*)
(*) Máster en Gerenciamiento en
Servicios Y Sistemas de Salud
Especial para época
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