Una de las principales responsabilidades del sector de la
salud, es la protección del bienestar público mediante el aseguramiento
de un ambiente físico y social saludable, que posibilite el desarrollo humano
sostenible; es decir, el mejoramiento de las condiciones materiales para
responder a las necesidades de la actual generación, sin comprometer la
respuesta a las necesidades de generaciones futuras y que proteja a las personas
más vulnerables de la sociedad. Para tal fin, el sector salud debe trabajar en
los principales temas que afectan la salud de la población. Hoy es trascendente
la problemática de los accidentes de tránsito que de una u otra manera,
modifican el ambiente que rodea a una comunidad.
La seguridad vial, es tema de primer orden dentro de la salud pública en
el mundo.
Desde que el hombre se movilizo por sus propios medios, hasta el
día de hoy en el que los adelantos tecnológicos mejoraron las condiciones de
vida de la población, al acortar los tiempos de viaje y las distancias, también
han desencadenado riesgos para la vida humana, muchas veces resultantes en
traumatismos y muerte.
El Informe mundial sobre traumatismos causados por el
tránsito, revela que se producen algo más de 4000 muertes diarias en el mundo.
En cuanto a las Américas, cada año mueren alrededor de 130.000 personas,
más de 1.200.000 sufren traumatismos, y cientos de miles resultan
discapacitadas como consecuencia de las colisiones, los choques, o por atropellamientos
en las rutas.
Aunque la mayoría son evitables, la falta de
políticas permanentes, consistentes y compatibles con la situación de cada país
agrava aún más el problema. A ello contribuyen, la existencia de
infraestructura vial y vehículos en malas condiciones, pero también,
conocimientos y comportamientos inadecuados de los conductores, ciertas normas
sociales, el abuso del alcohol, y la falta de controles y de eficientes
servicios médicos de urgencia.
Cada episodio de tránsito traumático, genera una repercusión corta,
media y a largo plazo. Los costos para la sociedad, las familias y el sector de
salud son considerables, aunque, es difícil de calcular los cuantiosos
daños de todo tipo que generan estos accidentes.
Los traumatismos causados por vehículos de motor,
afectan a cuatro categorías de usuarios de la vía pública: los peatones, los
ocupantes de los vehículos (conductores y los pasajeros), los ciclistas y
los motociclistas.
Existen marcadas diferencias regionales y nacionales en la distribución
de las lesiones. Los países con ingresos bajos, como los que se
encuentran en América Latina tienen una mezcla de usuarios de la vía
pública; peatones y vehículos de de alta tecnología, que comparten
la vía pública con otros viejos y mal mantenidos, además de bicicletas,
motocicletas, carritos empujados a mano y vehículos tirados por animales.
A pesar de ello, el diseño vial se centra en las exigencias del
flujo del vehículo de motor, más que en los usuarios no motorizados.
No hay reglamentos legales, ni normas sociales que
faciliten compartir las calles y las carreteras. Esto da lugar a que peatones,
ciclistas y motociclistas se conviertan en las víctimas más frecuentes.
De conformidad con las tendencias mundiales, las colisiones
en la vía pública afectan desproporcionadamente a los hombres, más que
las mujeres en una proporción de 8 a 2.
En la distribución de las muertes, causadas por el
tránsito en las Américas por grupo de edad, encontramos que los adultos de 15 a
29 años representaron 32% de la carga de la mortalidad vial, seguidos de los
adultos de 30 a 44 años de edad, con 25%. Teniendo en cuenta los datos
anteriores, se puede decir que los accidentes de tránsito constituyen la
primera causa de muerte en los jóvenes en el grupo 15 a 45 años; esta tendencia
en las Américas, es compatible con las tendencias mundiales.
Sabemos que las personas de 15 a 59 años, son las de
mayor productividad y en consecuencia, su muerte o discapacidad tiene
fuerte repercusión sobre los costos económicos y sociales de cada país.
La persistencia de condiciones deficientes de seguridad vial, sin
embargo, pone de relieve la inadecuación de las estrategias dominantes
disponibles. Se necesitan nuevas propuestas e intervenciones para posibilitar
ámbitos de circulación más equitativos y seguros, para encontrar las soluciones
más apropiadas, en lugar de considerar aisladamente a los principales factores,
usuario de la vía pública, vía pública y vehículos. Para lograr esto, es
indispensable considerar en su conjunto el contexto físico, político,
institucional, técnico y de aplicación de la ley, y su influencia sobre las
condiciones de seguridad vial.
Es preferible, que la responsabilidad de la
política vial este en manos de las autoridades municipales, que siempre
pueden tomar las mejores soluciones en el contexto local. El contexto
técnico, también desempeña un papel importante. Los planificadores del
transporte y del tránsito pertenecen a organismos con una tradición técnica
estricta, que a menudo descuidan enfoques sociales más amplios de los
problemas; no se hallan obligados a priorizar la seguridad y no pueden ser
responsabilizados legalmente por las consecuencias en materia de seguridad, de
los planes que elaboran.
Otra dificultad para mejorar la planificación del
tránsito, radica en la falta de datos confiables, referidos a los accidentes y
a sus víctimas, provenientes de distintos sectores tales como el transporte, la
policía y los sectores de la salud. Las condiciones en que se impone o no el
cumplimiento de leyes y reglamentos también contribuyen a mantener elevadas las
tasas de accidentes y muertes causadas por el tránsito.
En síntesis: identificar un organismo rector; evaluar
el problema, las políticas y los ámbitos institucionales, preparar una
estrategia y un plan de acción nacionales, asignar recursos humanos y
financieros para abordar el problema, ejecutar acciones específicas y apoyar el
desarrollo de la capacidad nacional y de la cooperación internacional, definir
objetivos; mejorar la legislación y la cobertura de seguros para las personas
más vulnerables, y ocuparse efectivamente de que los espacios públicos, tales
como las calles y las carreteras, respondan a las necesidades de la gente y
aseguren la atención de las víctimas.
La atención profesional inmediata de las víctimas del
tránsito, salva vidas. Hay países con “Sistemas de Prevención de
Accidentes”, con desarrollo de modelos de atención pre hospitalaria, con
“Centros coordinadores de Gestión Médica de Emergencias” que sirven de
base para organizar, estandarizar, categorizar, proporcionar y evaluar una
atención médica de emergencias, de buena calidad y equitativa. Además
tienen redes de atención de emergencias, y está progresando el
sistema de registro y vigilancia epidemiológicos.
La seguridad vial, es un componente de la seguridad pública
y tiene por objetivo proteger a todos los habitantes, incluidos los turistas.
Por tal motivo, su problemática atañe tanto a las autoridades como a la población
en general.
Las personas se sienten seguras no solo cuando su vida, su bienestar,
sus bienes no se ven amenazados por el accionar de la delincuencia y los
violentos, sino también, cuando pueden disfrutar de los espacios públicos sin
el riesgo de sufrir accidentes de tránsito.
Autor: Eduardo Tassano
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